Miguel Septién explora su segundo Sondheim con Dentro Del Bosque (Into The Woods), para el cual consigue un trabajo ensamblático de voces, en efecto, de cuento de hadas, y elige sacar lo verde del bosque para llevarnos a un concepto interior donde el musical se vuelve parte de una farsa en constante búsqueda por las risas del público, donde los matices más nostálgicos de la pieza no consiguen sus raíces de habichuela mágica.

Es curioso pensar en una Into The Woods -llamada en español Dentro del Bosque- sin bosque, y sin embargo eso es justo lo que está pasando en el Teatro Milán. Miguel Septién (director y traductor) que ya había probado las mieles de Sondheim con Sweeney Todd, regresa ahora con la fantasía de hadas de Sondheim y James Lapin, jugando al teatro dentro del teatro. A un espacio donde sus actores (en un prólogo creado para este montaje) se enfrentan con la ficción entrando por una portilla a una cabaña donde frente a nuestros ojos encuentran a sus personajes en prendas y objetos ordinarios, para hacer de la escena un proyecto de mucha teatralidad y trabajo de tropa en equipo.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Representando al bosque entonces queda la madera y la sensación orgánica y natural de la creación escenográfica de Félix Arroyo, que ofrece a la compañía un territorio, que si bien es aquél donde un grupo de personas se podría reunir a contar un relato, también nos ofrece la suficiente ilusión fuera de realidad de un lugar que podía pertenecer a un cuentito. Que es al final del día la idea a partir de la cual parten Sondheim y Lapin con Dentro del Bosque, un musical que tiene la intención de indagar entre los personajes de fábula de hadas de antaño para aterrizarlos en un lugar mucho más humano donde tanto los buenos, como los malos, se dibujan en gamas de grises de virtudes y defectos, y el felices para siempre no tiene razón de existir.

Así, Into The Woods invoca a personajes como Caperucita, Cenicienta, Jack y Rapunzel para juntarlos en un sólo relato -y un sólo bosque- conectados a partir de la historia de un Panadero y su esposa, y su búsqueda por tener un hijo. Luego de enterarse que la infertilidad del matrimonio ha sido causada por una maldición impuesta por su vecina bruja, la hechicera les da una oportunidad a la maternidad pidiendo de ellos cuatro objetos muy precisos que la pareja habrá de salir al bosque a tratar de conseguir antes de que se les acabe el tiempo.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Sondheim y Lapin hacen de la paternidad y sus ramas y consecuencias la columna vertebral de Dentro del Bosque. Deconstruyendo la idea de familia, de dónde viene y cómo se forma, y lo mucho que se hereda a partir de la crianza, para bien y para mal, insistiendo en que los padres y madres son primeramente humanos y por tanto no están libres de errores. Y eso lo mezclan con la magia del «deseo» (I wish) de estos cuentos de hadas, donde pareciera ser que conseguir lo que el corazón anhela no es sólo primordial, pero el fin último y primero, tésis sobre la que la obra reflexiona cuestionándose, ¿puede realmente haber un final feliz donde los hombres somos incapaces de sólo tomar buenas decisiones y sólo cometer actos virtuosos?

Para entrar a un segundo acto devastador, donde las consecuencias del conseguir lo deseado, y la cascada de lo que previamente se cometió en nombre del deseo alcanza a los personajes para enfrentarlos con una realidad a la que definitivamente este tipo de personajes no están acostumbrados, donde la muerte puede alcanzar incluso a los buenos, donde no sólo los villanos reciben un castigo, donde el amor se puede acabar o entender como un impulso, donde los malos también tienen razones válidas, dónde los héroes pueden tener un desliz. Un segundo acto que funciona como antítesis del primero que propone inicialmente el «happy ever after» al que Disney nos tiene acostumbrados.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Miguel Septién aborda Dentro del Bosque desde la absoluta farsa, y aunque es cierto que el musical tiene muchos elementos fársicos, e incluso personajes completos pensados para la rotunda comedia, y un primer acto de mayor ligereza hacia lo simpático, el incesante imperar de la comedia irreverente, incluso en momentos que pudieran leerse más tenues, termina por devorar otros varios matices del musical. Inicialmente lo humano de este lado B de personajes que conocemos únicamente por ser demasiado personajes, donde la farsa los regresa nuevamente a ser una caricatura de sí mismos, y eventualmente lo tétrico, sorpresivo, melancólico o nostálgico de la obra que también abraza mucho de la oscuridad en un acto dos que tiene lo suyo de lúgubre.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

El resultado es uno de risas constantes donde a momentos Dentro del Bosque brilla para volverse una experiencia sumamente entretenida, y en otros confunde para apagar con humor lo que reflexivamente tendríamos que estar recibiendo con más densidad en el pecho. Sin dejar a un lado que, por supuesto, Septién sí consigue hacerse de espacios para asentar instantes de emocionalidad verdadera, sumamente conmovedores. Si bien los menos, números como «No One Is Alone», «Last Midnight» o «Children Will Listen» otorgan un necesario aire de sensibilidad a una puesta que rara vez se permite bajar a tocar piso.

El elenco también se divide entre actores que logran matizar hacia arriba y hacia abajo sus personajes, y otros que permanecen en estado exaltado durante todo el musical. Luisa Cortés entrega a una Cenicienta profundamente honesta, y se permite durante el primer acto presentarse caótica y ansiosa, para irse convirtiendo en el corazón de la obra que para el final del musical queda muy claro su papel como una nueva mamá que nunca lo fue de manera natural. Un personaje que además cuestiona mucho el status quo. Una mujer que por inercia se ve llamada hacia la gracia del Príncipe, para de manera muy inmediata dudar sobre sus razones, y recapacitar en que tal vez un Palacio y un Reino no son realmente una ambición suya, sino comprada.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

En esa misma lid, Jimena Parés hace algo muy maduro con la esposa del panadero, la vuelve un personaje real. Una mujer que, como muchas, asume que la maternidad la va a completar, sin haber recapacitado del todo en la situación de su familia ideal, en sus sentimientos por su pareja, y por tanto una heroína con mucho piso, abierta a la imperfección. Jimena regala comedia cuando su personaje lo necesita, pero más que nada aterriza lo por demás álgido permitiéndose ser la perspectiva de la audiencia. Y en su «Moments In The Woods» se para sola en el escenario para exponer esa gama de grises, la que nos hace humanos y no personajes idealizados, y lo hace de forma contundente.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Pero Lalo Siqueiros como su Panadero no termina por tocar la misma tierra. En un tono enorme e impostado que le impide a la duda y a la sensibilidad transitar por su personaje, Lalo se enfoca en la comedia, que en un rol que representa al hombre fuera del cuento mágico, termina por sentirse como demasiado. Y en un caso similar, Alain Peñaloza aborda a Jack desde un gran infantilismo, haciendo del personaje un franco niño chiquito que choca con un texto en el que él mismo se llama a ser más «un hombre», y que aunque hace sentido con lo impulsivo e inmaduro de Jack, le impide tocar matices de mayor emocionalidad y presentarnos a un joven soñador y aventurero, necesitado de una aprobación que en casa nunca le han hecho sentir.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Claramente son los personajes más humorísticos los que toman la farsa como estandarte para el absurdo y entregan momentos muy carismáticos. Andrés Elvira y José Grillet, como Príncipes y Hermanastras, se vuelven el músculo de la comedia en Dentro Del Bosque, en un track sumamente complicado que los hace dobletear personajes narcisistas o crueles, en varias ocasiones en cuestión de segundos, cuyo ridículo exprimen con la cara y el cuerpo entero de manera fantástica; y María Perroni que chocando con la idea de la Caperucita indefensa que tenemos en la cabeza, arma a un personaje valentón y áspero, tal como el texto plantea, cuyas emociones quedan contenidas en esta máscara de eterna fuerza, que se rompe para el segundo acto en una escena que apachurra el pecho.

Voces como las de Flor Benítez, Prudence o Eva Padrón no tienen manera de decepcionar. Y en un score tan complicado como el de Dentro del Bosque, orquesta e intérpretes, ambos terminan por sonar de manera magnífica y rotunda, con instrumentos además de pronto tocados en escena por los actores para complementan esta fantasía de tropa jugando a hacer teatro. Que en toda honestidad, en su único punto donde flaquea, es en el diseño de vestuario de Giselle Sandiel que sobre-caracteriza a los actores que llegan a este presunto encuentro con la escena, ya notándose demasiado fabricados, demasiado personajes.

La traducción de Miguel Septién, que nuevamente toma el reto como si fuera bala de cañón, y consigue hacer propios los veloces versos y largas peroratas de Sondheim, manteniendo mucho del lenguaje ilusorio del texto original, una tarea monumental cuando hablamos de Stephen Sondheim, sólo ausenta «I wish», que en toda honestidad era tarea imposible, usando en su lugar «Mi afán», que aunque pertinente no tiene la misma conexión emocional, en un término que no pega en el alma. Repito, tarea imposible considerando la métrica de la partitura, que inevitablemente se extraña.

Dentro del Bosque (Into The Woods)

Dentro del Bosque en el Milán termina por ser la visión de su director, con todo lo que eso implica, múltiples lobos y príncipes homoeróticos incluidos, Miguel Septién no está presentando la Into The Woods que nos hemos creado en la cabeza, me incluyo, e incluyo a los reaccionarios e incendiarios de redes, porque es verdad que al ser un musical tan querido la expectativa y prejuicio lideran la experiencia; pero es una propuesta única y notoriamente pulida como tallada en madera. De elementos que de pronto levantan cejas y otros que destapan carcajadas, y números que claro que apantallan, la obra tiene un estilo particular, que además resulta muy propio de este director y este grupo de personas. Podrá o no ser un cuento de hadas, pero una cosa es segura, el hechizo está lanzado y haciendo chispas en ese escenario. Y hay que verlo para entender por qué en su musical anterior Sondheim y Lapin decían que lo único que vale la pena dejar al partir de este mundo son los hijos y el arte, de lo que Into The Woods se ancla.

Dentro del Bosque se presenta viernes, sábados y domingos en Teatro Milán.