La fantasía distópica de Diego Álvarez Robledo, Studio Gangata, cobra vida efervescente en Cracovia 32, un lugar fuera del teatro tradicional donde la bahía y el faro que se erigen en la oculta Gangata se llenan de color y euforia a partir de un ensamble que conforma a un universo propio y cuatro historias sobre muerte, sexo, pasión, amor y tal vez el significado de la vida.

Diego Álvarez Robledo regresa a su ficcional Gangata con Raíz Escénica, una compañía muy joven recién egresada de Casa Azul, con la puesta profesional de Studio Gangata, en un lugar que, como la playa misma que ha creado para refugiar a quien lo necesita, quizá no está a la vista de todos, pero sí de quién lo busca: Cracovia 32, una casa convertida en espacio teatral que le permite a la obra colocarse en el patio y a partir de una tárima -en toda medida una pista de baile- y una estructura de luces se transforma en el espacio ideal para contar las historias cargadas de surrealismo y mística que Álvarez Robledo tiene preparadas para culminar su trilogía.

Studio Gangata

La cautivante Gangata, una bahía con un faro y una tierra en espera de relatos, pareciera recibir a personajes rotos en busca de encontrarse, quizá re-armarse, tal vez despedirse antes de morir. Así, Diego Álvarez Robledo arma Studio Gangata a partir de cuatro historias sucediendo en distintos tiempos, de pronto a siglos de distancia la una de la otra, desde finales de los ochentas y hasta futuros donde la sociedad ha dejado de existir, todas compartiendo alguno que otro detalle de cierto realismo mágico, casi esotérico, y dramas filosóficos de personas que han perdido el camino, la esperanza, la brújula y que Gangata les abre la puerta con la posibilidad de un nuevo comienzo.

Studio Gangata

La primera, un grupo de cuatro actores de cine porno que después de perder a su director, encuentran en Studio Gangata, como deciden nombrarlo, la posibilidad creativa de hacer el cine erótico que va más allá de mera autocomplaciencia, pero más importante, se encuentran los unos a los otros, formando una familia poco menos que tradicional, que pareciera tenerlo todo resuelto cuando una de ellas se anuncia embarazada, pero la década de los 90’s y la epidemia de SIDA tiene otros planes para ellos.

Studio Gangata

La segunda, un road trip para despedir a un niño muerto y esparcir su cenizas que obliga a la madre del niño a convivir con la nueva pareja del padre, un hombre que en un intento desesperado por sentir algo tuvo relaciones con su alumna, pero lo ha mantenido oculto, y está usando Gangata no sólo como escape emocional, pero tal vez como una franca huida. Cuando la novia actual, una mujer que puede comunicarse con los animales, se enfrenta con la soledad y la realidad termina por acudir con la madre, que en un principio parecía detestarla, ambas arman un lazo tan fuerte y un cariño que dividen en esta pareja improbable de tres que ni siquiera la muerte es capaz de desenganchar.

Studio Gangata

La tercera nos coloca en un futuro post apocalíptico reinado por el frío. Dos huérfanas han adoptado a una pequeña que no puede ni hablar y se comporta como una salvaje que a momentos pareciera graznar como ave, que ha llegado para darle sentido a sus vidas de mera supervivencia, y de algún modo convertirlas en madres. Pero cuando la pequeña huye en un arranque frenético, las huérfanas deciden matarse de hambre para alcanzarla donde quiera que ella se haya ido, para terminar descubriendo a un ser inmortal que ha visto al universo nacer y renacer demasiadas veces.

Studio Gangata

Y en la última, una mujer madura con un diagnóstico de cáncer y su joven cuidadora se acuestan y amistan a un hombre que asegura haber sido abducido por extraterrestres, la anécdota pareciera irreal, pero conforme el delirio empieza a tomar posesión de la mujer enferma y sus realidades se empiezan a cruzar, la idea de que este joven pudiera tener la capacidad de llevarlas a las estrellas si tan sólo logran llegar al faro de Gangata, comienza a sonar no sólo posible, pero como la salvación que tal vez los tres necesitan para despegar los pies de una tierra que no pareciera sino ser espacio para excesos vanales.

Studio Gangata

Studio Gangata se va formando a través de vistazos a estas cuatro historias que se van intercalando, mezcladas con el bullicio de una bahía que pareciera estar en eterna fiesta, y despertar pasiones en los que ahí se reúnen para, aunque sea por un momento, conformar una comunidad unida por la piel y el deseo. Y es quizá en ese concepto de absoluto furor que Diego Álvarez Robledo encuentra la personalidad radiante de Gangata, haciendo de su espacio un rave de plastas de color, movimientos implacables y poca inhibición. Una personalidad que le permite a Abril Cuentos, diseñadora de movimiento, armar una coreograía constante que da vida a las emociones y a los espacios por igual. Y se consume como shot de adrenalina desde el público.

Studio Gangata

Gangata se vuelve tan vívida que prácticamente se pueden aspirar sus olores y sentir sus brisas, y se levanta como un espacio muy mágico donde todo puede suceder, pero el sacrificio es necesario. La idea de sostenerlo todo sobre una pista de baile deja muy claro qué clase de espacio es Gangata, uno libre, tal vez demasiado, y uno que permite el escape de la realidad donde impera el carpe diem y permitir a la euforia colectiva tomar el poder, aunque sea sólo por el instante que dura la fantasía de estar fuera. La ficción de Álvarez Robledo es entonces clarísima y emocionante.

Studio Gangata

Y es el texto el que de pronto deja caer la pelota para hacer de esa emoción que nos tiene erizada la piel en expectativa, una narrativa a momentos pesada y demasiado larga que choca con la idea de fluidez que flota en el aire. En dos horas y media, Diego reitera demasiado en puntos que ya tiene más que establecidos y atiborra el montaje de escenas que para las cuatro historias se sienten como demasiado adorno para relatos que pudieran ayudarse de una edición contenida y concreta. La filosofía está ahí, los personajes perfectamente delineados, la trama establecida, y el universo cimentado, Studio Gangata tiene los ingredientes completitos pero al meterlos al horno los deja quemarse demasiado tiempo bajo el fuego. El resultado no es aparatoso, pero sí diluyente. Y lo vibrante del montaje nunca pierde su chispa, pero sí de pronto su frescura.

Studio Gangata

El elenco nunca deja de entregarse en energía desbordada. A momentos y para algunos actores, de pronto demasiado desbordada, gritada y poco matizada. Y para otros, todo lo contrario, francamente sensible y vulnerable. Pero como compañía la clave termina por estar en esos momentos de sintonía, de comunidad y complemento. Studio Gangata es finalmente una puesta grupal, que sí, así como a momentos permite destacar el relato individual, lo hace con la finalidad de hablar por la tropa, y un mensaje mucho más universal sobre aquello que nos desata y nos rescata que es finalmente el otro, al que tenemos enfrente, el que nos sostiene en las buenas y en las malas. Más quizá en las malas. Y que nos permite, como seres humanos, sobrevivir a partir del colectivo. Volvernos estrellas en un cielo de muchas. Porque es cuando se dejan de ver, cuando ya no están brillando allá arriba, que realmente nos sentimos desolados en soledad irrescatable.

Ghetto Gangata: Studio Gangata se presenta por un fin de semana más, 24 y 25 de mayo a las 7pm, en Cracovia 32.