Una pieza de teatro performático sobre aquello que nos civiliza o nos vuelve salvajes, Silvestre busca imágenes potentes y llamativas, pero queda atrapada en ejercicios de pronto escolares, y un mensaje que no termina por ser lo propositivo que pareciera intuir su premisa como para realmente llevar a la reflexión desde el discurso escénico.

A partir de un cuadro de objetos en apariencia azarosos, Silvestre nos recibe a su espacio de salvajismo. Una porción de pasto en el suelo, ramas que cuelgan, una cáscada de plástico a la derecha, tres páneles dorados al fondo, con peceras de agua por debajo, un segundo piso como un puente a la distancia, y un proyector en las primeras filas de butaquería complementan la imagen de una escena que es enormemente enigmática de primer vistazo.

Silvestre, obra de teatro

Luego dos actores, un hombre y una mujer, que rompen la cuarta pared para preguntarle a ciertas personas del público «¿Qué los civiliza?». La respuesta, sin embargo, no pareciera resultar en mayor exploración. Tal vez, de entrada, porque la pregunta no carga con suficiente perforación. En una sociedad como la nuestra nos civilizan demasiadas cosas. Casi todo, de hecho. Desde que nos levantamos y hasta que nos acostamos, nos encontramos en constante civilización. «¿Qué te inciviliza?», hubiera quizá golpeado con más potencia. ¿Qué nos regresa a un estado más primitivo?

Silvestre, obra de teatro

Kaleb Oseguera y Nathalia Fuentes, que dirigen el performance, sí buscan sin embargo profundizar en lo salvaje y de pronto instintivamente agresivo del ser humano. El siguiente cuadro que nos presentan tiene a ella cazándolo a él con una escopeta por todo el teatro, para después movernos hacia una serie de imágenes, algunas más puntuales que otras, una en la que él camina sobre un plástico de poliburbujas mientras se nos habla de la Odisea de Homero, otra en la que ellos recorren el lugar corriendo para luego estrellarse violentamente entre ellos y acabar en una especie de danza que los tira al suelo y los recoge, otra más donde balancean una silla sobre cuatro piedras de tamaños y formas imposibles, otra en la que ella danza con una rama mientras habla del lenguaje, una más en la que ella escribe la palabra «salvaje», mientras él va perdiendo el habla al tratar de leer. Vaya, los cuadros son muchos.

Silvestre, obra de teatro

A Silvestre se le notan las ganas desde un lugar un tanto pretencioso, pero más allá de eso, varios de sus performance rosan en lo escolar. Tener a actores moviéndose por un espacio como si fueran animales, haciendo ruidos y soltando la corporalidad humana, o poner a actores a correr por la escena hasta chocar entre ellos, caer, levantarse, y volver a correr, son cosas que inevitablmente se sienten como ejercicios académicos de gente apenas entrenándose en la capacidad actoral. Y aún cuando pudieran relacionarse con un tema salvaje, no dejan de parecer poco imaginativos y demasiado vistos.

Silvestre, obra de teatro

Y aún cuando hay otros escaparates mucho mejor logrados, en general el discurso carece de contundencia. Pareciera querer presentar como novedoso teorías que gente como Saussure, Vygotsky o Chomsky llevan explorando desde los 1800. Y para una puesta de caracter performático no termina por ser provocativa de ningún modo. Las imágenes nunca dejan de estar en una zona segura lo suficiente para confrontarnos, cuestionarnos, avisparnos o incomodarnos, incluso. Pasan una otras otra más como ejercicios que como acontecimientos, dejando a Silvestre como un recorte de momentos inconexos no del todo catárticos.

Silvestre, obra de teatro

Definitivamente hay algo interesante en el soltar lo cívico por asumir lo primitivo, y Silvestre aún tiene espacio en el camino para madurar, si es que así lo deseara, y volviera a cartelera en un futuro. Soltar las líneas limpias para abrazar verdaderamente el salvajismo y cuestionarse qué es lo que nos quiere dejar. Que se pueda leer como un trabajo de manifestaciones urgentes y necesarias, por encima de meramente estéticas. Finalmente la creatividad ya la tiene y el elenco se asume enormemente entregado. Cuestión de afinar las cuerdas.

Silvestre acaba de terminar temporada en el Teatro Benito Juárez.