¿Quién pensaría que un grupo de cinco adorables monjitas pudieran tener tan poquita Madre?

Sor-presas es la épitome del concepto Off-Broadway. Un show que se originó como cabaret en 1985, chiquito y sin pretenciones, que consiguió con following de culto a tal grado que logró crear un multiverso musical con seis distintos shows de Nunsense (su nombre original en inglés) y tres spin-offs. Y, obvio, viajar por el mundo en diversas versiones, una de ellas «A-mén», la que está actuada por un elenco enteramente masculino, y que actualmente se presenta en México en el Teatro Enrique Lizalde, producción y dirección de Salvador Núñez.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

La belleza de Sor-presas es que no acude a la ridiculización, el albur o el lugar común para encontrar su comedia, y que, pese a ser una absoluta irreverencia, nunca pierde de vista que en el fondo de este show estelarizado por cinco monjas que sueñan con ser estrellas fuera de un convento, hay un musical con números complejos y baladas belteadas. Es decir… no es una burrada.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

De humor blanco y naif, que se recarga más en el absurdo de tener a cinco monjas montando un show amateur en una escuelita para recaudar fondos que les permitan enterrar a cuatro de sus Hermanas cuyos cadáveres tienen congelados en un refri porque no les ha alcanzado el dinero para darles santa sepultura, por eso de que la Madre Superiora prefirió gastar los ahorros en una pantalla de televisión, Sor-presas en ningún momento juega a la «jotería», la escatología o el humor de cantina. Que, aceptémoslo, cinco hombres vestidos en hábitos, sí que se presta para hacerlo.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

Y en ello encuentra lo que la hace especial. Ese sentido del humor al estilo Les Luthiers con chistes tan sencillos y elegantes como que se le pida a una de las Hermanas leer y en vez de hacerlo en voz alta, ella se recarga para hacerlo para sus adentros. Perfección. No necesitan más. Nombrar a sus músicos la Hermana Tecla y la Hermana Baqueta y a su iluminador, la Hermana Sol, es suficiente ingenio que no requiere de enredos, y mejor aún, que absolutamente cualquiera puede disfrutar.

Y uno que otro gag puramente teatrero (uno de Fela es la joya de la corona) completa la ecuación, ahí nada más como guiño para los muy aficionados.

Más allá de eso, son las personalidades de cada integrante del show las que dotan de variedad el montaje al estilo burlesque (porque cada una tiene su número para brillar) y lo hacen magnífico e hilarante.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

La Madre Superiora (Carlos Rodea), en constante conflicto con su edad, vive un momento de franca carcajada cuando se droga sin querer aspirando lo que ella cree que es un perfume; a Humberta (José Ángeles) se le tacha de amargada toda la obra, pero es que al final del día ella es la voz de la razón y su jerarquía no le permite ser escuchada, cosa que no le deja otra salida más que ser divertidamente pasiva-agresiva: Elizabeth (Diego Llamazares) es una monja en tachas, y con un monólogo en el que va utilizando su hábito para transformarse en una variedad de personajes de la cultura pop, se mete al público en el bolsillo; la Hermana Amnesia (Jacobo Toledo) no recuerda quién es y se le olvida todo, pero eso no le impide tener un gran momento de preguntas y respuestas con el público, y la Novicia (Bobby Mendoza) lleva su ingenuidad a la Sister Maria a un nivel francamente platónico.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

Belleza de elenco que encima de todo tiene la difícil tarea de armar este show en apariencia cutre y desprolijo, tanto que usa la escenografía escolar de Vaselina de fondo (Lubricante, diría la Madre Superiora), al tiempo que hacen gala de sus muy reales aptitudes para el baile, la comedia y el canto. Las Hermanas bailan tap como cualquier línea del coro, José Ángeles se avienta un número gospel digno de Sister Act y nos lleva a misa, y Bobby Mendoza se lleva las palmas con un numerazo de ballet, en el que está jugando a la ingenue, pero bailando como un profesional muy en serio. Un número que dejando todo chiste a un lado, es verdaderamente bello y alucinante.

Sor-presas A-mén en el teatro Enrique Lizalde

De modo que Sor-presas A-mén lo tiene todo. Es esa comedia a la que vas a reír sin complicaciones o pretenciones: pero es ese musical al que vas a ver buenos números y excelentes canciones. Sin eslabones débiles, es claro por qué Dan Goggin continuó la historia de estas cinco monjitas en un serial de nuevas historias para sus personajes. Para cuando termina la obra quieres más de ellas, mucho más, y si se puede, sus figuras coleccionables.

Sor-presas A-mén se presenta todos los jueves a las 8:00pm en el Teatro Enrique Lizalde.