Basada en el mito de la Manzana de la Discordia, Valentina Garibay crea una pieza de teatro documental con La Belleza Es Un Accidente enormemente efervescente y de visuales glam pop que te transportan en efecto a un mundo donde la hermosura literalmente brilla, pero discursivamente permanece en un lugar más descriptivo que efectivamente crítico de la obsesión social con la belleza.

La Belleza Es Un Accidente

Enojada por no haber sido invitada a la boda de Peleo y Tetis, Eris, diosa del caos en la mitología griega, creó la Manzana de la Discordia. Una manzana dorada que soltó con la leyenda «para la más bella», para luego sentarse a disfrutar cómo las diosas Hera, Atenea y Afrodita se desgreñaban entre ellas acreditándose suya la manzana. Es a partir de este mito que Valentina Garibay (directora y dramaturga) se lanza en un recorrido por la pertinencia de la belleza en una sociedad y un histórico que le ha dado status primordial a partir de una serie de viñetas explicativas de una variedad de temas relacionados al pretty privilege y cuáles pudieran ser sus orígenes.

La Belleza Es Un Accidente

La Belleza Es Un Accidente se vuelve entonces un collage de momentos preciosos cargados de allure y coreografía que nos viajan desde aquella pelea por la Manzana de la Discordia y hasta la implementación de la cirugía plástica, pasando por el mito de Narciso y Eco, la metamorfósis de Michael Jackson, la sensualidad de una bomba de chicle y hasta la pertinencia del tema en Bielorrusia, en Minsk. Como una master class en cánones de belleza y sus múltiples variantes, donde a momentos hay reggetón.

La Belleza Es Un Accidente

Valentina Garibay se inspira en una estética que es disco, es Vogue, es queer, es runway y ballroom, todo al mismo tiempo. Un destello de glamour que no deja de relucir y de hacer de estas diosas que la obra nos presenta como anfitrionas de nuestro recorrido, hermosísimas visiones, cosa que por un lado hace todo el sentido con un montaje dedicado a la belleza, pero por otro, se aferra solita al mismo estándar que pretende criticar.

La Belleza Es Un Accidente

La Belleza Es Un Accidente abre con una Ana Isabel Esqueira en patines, la perfecta ilusión de Rollerblade Barbie, bailando como si el Studio 54 estuviera de regreso y en la Sala Xavier Villaurrutia. El momento establece el ritmo y el estilo de la obra. Las coreografías de Alan Iván (también actor y bailarín) , Ana Isabel y la misma Valentina se vuelven un constante foco de la puesta, y son en toda medida electrizantes. Con un toque retro y urbano los muchos momentos de baile son en definitiva el glitter en una uña perfectamente barnizada. Alan Iván recordándonos la hipnótica cualidad de Michael Jackson al bailar es sencillamente fabuloso.

La Belleza Es Un Accidente

Y es eso. La Belleza Es Un Accidente tiene «fabulosa» como palabra insignia. Es vibrante, alegre y llamativa. Y sin duda en la elección de un elenco diverso se hace el intento por enfrentar cierta hegemonía en los cánones de belleza. Pero su gente es hermosa. Y si ya lo es naturalmente, además les maquillan el triple para hacerse notar. Son modelos de pasarela y de portada, y todo el montaje está cargado de pose, cuadro y sensualidad. En la cultura del ballroom se desfilan categorías de «face» y «body». Y este cast está sirviendo cara y cuerpo para llevarse 10, 10, 10 por todo el estrado.

La Belleza Es Un Accidente

Pero Garibay nunca suelta la belleza. Quizá la intención es criticarla desde adentro, pero la percepción es de conformidad. El texto no encuentra un punto ácido o una manifestación clara, y ahí donde la obsesión social por la belleza y los privilegios que le conviene le abre espacio para tomar postura, Valentina delinea los escenarios, describe las situaciones, alecciona sobre los puntos claves, pero luego no asesta su punto. La Belleza Es Un Accidente es más encilopédica que ensayística. Y ahí donde llena la mirada, la desborda incluso, la relfexión se queda demasiado poco aludida.

La Belleza Es Un Accidente

Sin duda un montaje pop que se siente como abrir una botella de champaña, La Belleza Es Un Accidente mantiene cada uno de sus escenarios cuidados para centellear. Entre espejos, acrobacias, spotlights, maquillaje, y hasta un momento de convivencia con la audiencia, donde el elenco sale a butacas para poder conversar con nosotros lejos de las luces de lo demasiado fabricado, la obra es embriagante. El vestuario de la misma Valentina Garibay y el diseño de iluminación de Alberto Reyna completan la fantasía. Aún cautivado por todos ellos, me quedo con la pregunta, ¿pero en qué momento reventamos la burbuja?

La Belleza Es Un Accidente se presenta martes, miércoles y jueves en la Sala Xavier Villaurrutia del CCB.