Baltasar Kormákur (‘Everest’), que había demostrado su dominio de la cámara y su recurso para provocar ansiedad con sus movimientos, regresa a sus terrenos conocidos para explorar la historia real de Tami Oldham y Richard Sharp, dos espíritus libres que iniciaron un viaje en barco desde Tahití hasta San Diego en el verano de 1983, sin pensar que se les venía encima una de las peores tormentas de la historia: el huracán Raymond.

Durante 41 días, estos jóvenes estuvieron perdidos, intentando sobrevivir sin apenas comida, escaseándoles el agua e intentando que las alucinaciones no les jueguen malas pasadas. Esta claramente es una historia de amor muy bien contada. A través de flashbacks vamos viendo el pasado de estos dos enamorados y en el angustioso presente, los vemos luchando por sus vidas.

El director logra que una historia que podría ser trillada, se haga amena y enganche al espectador gracias a la estructura de saltos en el tiempo. Por otro lado, las actuaciones están muy trabajadas y la edición lleva un ritmo urgente. Shailene Woodley da una interpretación sólida, después de que casi pierde su carrera con la horrenda saga ‘Divergente’, mientras que Sam Claflin (‘Mi prima Rachel’) es su mancuerna perfecta, para que se de un aire de credibilidad a su predicamento; además el trabajo físico de ambos sirve para que las secuencias de desastre funcionen.

El mejor detalle técnico es que la fotografía, a cargo de Robert Richardson (‘The Hateful 8’) es formidable, y logra establecer una atmósfera visual que supera las limitaciones de un solo escenario -el vasto Pacífico sur-. En suma, ‘A la deriva’ es una cinta bien hecha, no exenta de interés, y con un espléndido ritmo y se deja ver muy bien.