Cuatro comedias cortas no tan vinculadas entre ellas hacen de Desconectadxs un extraño collage de teatro breve que no termina por dejar claro su propio concepto, ni de encontrar qué es lo que quiere decir realmente. Un proyecto de intenciones ligeras y meramente simpáticas que haría mucho más sentido si pudiera aglomerar sus micro relatos dentro de una sola burbuja que los contuviera a partir de la cohesión y no tanto de la… sí, desconexión.

Desconectadxs no es la primera vez que la Fundación Teatral Davar experimenta en el rubro de teatro corto para presentar una antología formada a partir de varias obras breves. En 2024 fue con Va De Nuez, y ahora al Teatro Varsovia llevan Desconectadxs, que mantiene el mismo formato y sigue arrastrando la poca claridad del proyecto: ¿qué es lo que hace que estas historias tengan sentido juntas? La respuesta pudiera parecer encontrarse en el título, pero viendo las cuatro de esta ocasión, nada las sitúa en el mismo concepto, temario o universo.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

Desde salidas del clóset, una pareja buscando departamento, hermanos descubriendo que sus padres son swingers y hasta algoritmos que cobran vida en una especie de black mirror, la directora Rina Rajlevsky sí busca unir los puntos a partir de un tema tecnológico muy desde el inicio, aprovechando sus transiciones entre montaje y montaje con una coreografía robótica, ciertamente futurista, pero aún cuando lo intenta, una vez iniciado cada nuevo relato, el rumbo se dispara hacia un lugar que se sale por completo de la raíz y forma por separado su propia obra de teatro.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

El resultado es una secuencia de sketches sin ton ni son que pierden la capacidad de decirnos algo en conjunto. Sí bien es cierto que de cuatro, sólo uno realmente tiene algo que decir, y los demás están ahí por el gag. Desconectadxs es entonces una colección de anécdotas humorísticas. Obras que no consiguen hacerse de un arco dramático completo y que en la mayoría de los casos se atoran en un único chiste sin mucha progresión. Cosa que finalmente es la gran trampa del formato breve. El reto de redondear una historia en pocos minutos y escapar del sketch al estilo SNL.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

La obra abre con «El séptimo día…descubrí». Una mujer judía casada y con hijos le confiesa a su mejor amiga que es lesbiana, esperando quizá resultados catastróficos, pero dado su intenso amor por Meryl Streep cada nueva persona con la que sale del clóset pareciera recibir la noticia con un «eso lo explica todo». Rina Rajlevsky se divierte con graciosas referencias a El Violinista En El Tejado cuando sus personajes miran al cielo para hablar directamente con Dios. El gran problema del relato es que no existe el conflicto. La mujer jamás se topa con ningún tipo de resistencia, cosa que funciona bien para la comedia, pero deja muy seca a la historia, sin más nada que hacer que repetir una y otra vez el rolling gag sobre Meryl Streep, que comienza siendo hilarante, pero para la mención número 15 ha perdido muchísima fuerza.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

La segunda historia, «Hombre Fugaz», es quizá la más irresoluble del grupo. Una pareja en busca de un nuevo departamento llega a conocer uno del que un hombre se fugó sin explicar por qué lo hizo. La pareja procede a hacer cortas representaciones de lo que ellos creen que pudo haber pasado, de modo que Hombre Fugaz acaba siendo una obra corta con otras tres mini obras en su centro. La pareja no tiene nada que resolver. Ellos no tienen nada invertido en lo que van relatando, y cuesta mucho entender por qué el entero de la puesta se dedican a poner sobre la mesa algo que no los afecta de ningún modo, ni pareciera tener la intención de otra cosa que no sea tener a sus actores haciendo acentos graciosos, y cambiándose de accesorios.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

La tercera obra, «Clase De Yoga», nos presenta a cuatro hermanos de vacaciones. Tres de ellos tienen sus vidas y sus finanzas en caos, aún cuando todos en realidad vienen de un lugar enormemente nepo-beneficiado. Acostados en camastros, incapaces de relajarse, debaten qué va a pasar con su herencia al tiempo que descubren que sus padres han estado teniendo escapadas sexuales swinger, y que ellos parecieran haber acabado casi que en medio de la orgía. El montaje se sostiene sobre la parodia a las personas judías de clase privilegiada, muy a la manera del sketch, pero los actores batallan por encontrar el acento correcto y la comedia en farsa que pide la dirección, y acaban con una anécdota estridente y sin mucho fondo en las manos.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

«El Observador», la última de las historias se sale un poco de la caja de la comedia por comedia, y presenta un escenario interesante y un mensaje perspicaz y pertinente sobre el bombardeo de venta online que fuerza un cierto estilo de vida a los usuarios. Una mujer que intenta relajarse en su casa es abordada por una especie de algoritmo que ha cobrado vida humana que insiste en hacerle un pitch de ventas, como ventana pop up o anuncio que se cruza y parece seguirte por todas las redes sociales. La confusión de la mujer al no entender cómo este desconocido entró a su hogar, y la inicial negación por cualquier cosa que tenga que ofrecer, se va transformando en convencimiento conforme el algoritmo va prometiendo personalizar la experiencia con un resultado catastrófico.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

Jacobo Levy, que escribe «El Observador» cierra Desconectadxs finalmente con un relato que abre y cierra de forma contundente, sin jamás perder la comedia, aún cuando es cierto que no insiste en buscar la carcajada como los mencionados anteriores, y se presta a la reflexión de un mundo que en definitiva nos está orillando de manera exponencial -en efecto- a la desconexión de nuestro lado más humano para convertirnos en números de marketing cuya pertinencia primera es el ser clientela. Y que con el avance de la IA es precisamente el teatro el que debería estarse preguntando qué va a venir después y dónde vamos a ser capaces de poner nuestros propios límites.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

Rina Rajlevski que especialmente con «Clase de Yoga» había llevado a su elenco a lo crecidísimo, tono que más que sumar pareciera de pronto competir contra la comedia en el texto para buscar su propio espacio por encima del ya escrito, en «El Observador» regresa a un lugar más contenido que le permite a la dramaturgia entrar por la puerta grande y hacerse notar, y a los actores una comunión más íntima. De todo este cúmulo de teatro breve es ésta la que provoca lamentar que el resto de las obras cortas se hayan quedado rezagadas y en una zona de comfort, cuando es claro entonces que este formato adoptado por Davar sí puede impactar y proponer cuando se lo propone.

Desconectadxs en Teatro Varsovia

Más aún porque actores en el elenco como la fabulosa y camaleónica Assira Abbate, la siempre atinada y precisa Paola Arrioja y un entregadísimo Héctor Berzunza están dispuestos a entrarle a todo tipo de juego. Y eso es algo que no se debe dar por sentado. Desconectadxs tiene materia prima para conquistar el teatro breve y volverse un precedente en este tipo de antologías que, honestamente, vemos poco en teatro mexicano. Pero hay un concepto que afinar y una curación de textos que reforzar. Conectar con Desconectadxs es la meta primordial porque sí, a nuestras noches de jueves muchas veces lo que les va haciendo falta es un ratito de risas que permita soltar el peso de la semana.

Desconectadxs se presenta los jueves a las 8:30pm en el Teatro Varsovia.