Un místico montaje de visuales bellísimos y una música rescatada del medievo para tener nueva vida espectacular en teatro mexicano, sobre una mujer que desde el siglo XII ya enfocaba la atención a un tema que hoy en día es francamente urgente, el cuidado del medio ambiente. Lástima que en el montaje de Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz terminemos por conocer tan poco de ella en una puesta que la suelta a ser sin mucho entrar en pormenores de su vida, sus batallas o sus victorias.

Clarissa Malheiros (actriz, directora y dramaturga, junto a Juliana Faesler) nos presenta a un personaje de lo más interesante en Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz: Hildegard Von Bingen, una abadesa alemana del siglo XII adelantada a sus tiempos como estudiosa, filósofa, poeta, compositora, visionaria y pertinentemente, una defensora del medio ambiente, pero luego no sabe qué hacer con ella. Hay tanto que quiere decir, que nos quiere contar, y la historia resulta tan basta que, dividido el montaje en varios sub-segmentos, Hildegarda termina un poco a la deriva ahí donde hay que salir del teatro a buscar exactamente quién era y qué hizo porque la obra no alcanza a terminar de decirlo.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

Y no que busque una biografía completa resumida en dos horas de teatro, porque además aprecio el aire que se toman para darnos momentos de mucha belleza, pero sí algo con un poco más de sustancia informativa que nos permita seguir el hilo de un personaje que, en toda honestidad, no es del todo conocido en el presente como para que el espectador pueda ir rellenando los huecos que va dejando la puesta. Cosas como que HIldegarda básicamente fundó la historia natural como ciencia, o que es la compositora, tanto de música como de letras, con más cantos existentes hoy en día que ningún otro personaje de la Edad Media. Que fue beatificada y eventualmente canonizada, o que fue nombrada Doctora de la Iglesia, precisamente por los estudios de los que habla la obra.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

Hildegarda inicia desde butacas. Personas en el público reciben algunos de sus preceptos en tarjetas, con dibujos de los mismos libros de Hildegarda, que en un juego de contrastes, el elenco anima al público a encontrar qué tarjeta va con cuál de acuerdo a lo que las complementa. Una bonita dinámica para calentar la sala que en realidad no se termina de conectar de ninguna forma con lo que procede en la obra o el tema ambiental al que eventualmente se dirige la puesta. Pero funciona como pre-show si no como otra cosa.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

Lo que procede es un collage, en el que nuevamente las actrices colocadas y transitando entre el público nos van hablando de diversas plantas y hierbas, y los diferentes remedios para los que pueden ser usadas. Y tomando prestadas de macetas que están colocadas como parte de la escenografía, van regalando al público olorosas plantitas, en un gesto que comienza a hacer mucho más sentido con esta Hildegarda que buscan presentarnos. La que hace de la vegetación motivo de comunión, de admiración y de cuidado.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

No es sino hasta la tercera instancia de este armado de momentos que Hildegarda aparece finalmente ante nuestros ojos, interpretada también por Clarissa Malheiros quien inicia con el relato sobre la vida de esta monja en primera persona, que va entremezclando con bellos pero rebuscados sermones, algunos salidos directamente de las cartas escritas por la misma Hildegarda, que terminan por hacer de la narración una mezcla de conceptos e ideas de pronto sueltas, más que de sucesos específicos. La obra consigue dejar de alguna manera claro que Hildegarda tenía visiones y esas visiones le hablaban sobre el poder de la naturaleza. Pero envuelta en lírica y discurso, de Hildegarda acabamos por saber poco más que era una mujer para la que era importante trabajar desde el arte, la mística y la ciencia de forma simultánea.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

La obra toma una última vuelta saliéndose por completo de Hildegarda y hacia tiempos modernos, conectando con las apariciones de mujeres activistas que recientemente han defendido la conciencia ambiental hasta las últimas consecuencias, algunas de ellas incluso entregando la vida, asesinadas por negacionistas de aquello que Hildegarda señaló como primordial para continuar con la vida humana desde la Edad Media. Nuevamente, el resultado es finalmente discursivo y en temas ecológicos uno que efectivamente deja asentado el punto, pero el personaje se destiñe y el montaje queda frío, bello e imponente, pero frío sin nada que nos haga conectar con una mujer de la que en realidad se nos habló de forma críptica.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

Ahora, que no quepa duda de que como directoras Clarissa Malheiros y Juliana Faesler consiguen hacer franca cosmogonía en un montaje que transmite esoterismo, espiritualidad y conexión con algo primordial. Es tal vez el trabajo de la misma Juliana Faesler en iluminación el que crea un ambiente que es etéreo y al mismo tiempo una franca pintura de arte sacro. Una precisión hermosa que sumada a la música de la misma Hildegarda, con arreglos de Mariana Chávez-Lara, interpretada en ligeras voces por las actrices de un elenco que forman Sol Sánchez, Paulina Álvarez Muñoz y Narda Belinda Moreno hacen de Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz una experiencia mágica. Precisamente una visión.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz

La puesta está llena de cuadros preciosos y de una sabiduría que se puede sentir en el ambiente, pero no se adueña de la historia. Finalmente un montaje elusivo donde la palabra, la música, la luz, y lo verde de las plantas desde sus macetas atraviesan el auditorio en una comunión especial cargada debidamente de mística y algo muy similar a la serenidad, pero el personaje del título permanece detrás de un velo, ahí donde es capaz de asomarse para compartir su propio entendimiento, pero no nos deja pasar a conocerla a ella más que como la dura tapa de un libro.

Hildegarda, Un Aire Atravesado Por La Luz se presenta de jueves a domingo en la Sala Villaurrutia del CCB.