Una colaboración entre México y Holanda donde el lenguaje es la verdadera Materia Prima, la que nos conforma, nos ofrece identidad, la que nos permite entendernos con el otro, no sólo desde las palabras, pero los gestos y los sonidos, y que si se nos es arrebatada, como pegamento despegándose de una superficie, se lleva pedacitos de nosotros con ella.

La cosa con Materia Prima es que tiene una tesis a tratar de suma relevancia a partir de un caso interesante. Y empieza lográndolo de manera genial, pero conforme la historia crece y se alarga, el corazón de la obra se diluye. Son muchos los temas que intenta abarcar, abandonando su propósito inicial, y a pesar de visuales brillantes, no consigue enfocarse y acaba perdiéndose en el abismo de lo disperso.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Al centro de la acción está Ella (como nombre, no como pronombre, es decir se pronuncia «Ela», pero el juego es parte del chiste), interpretada por la también dramaturga y directora Olinda Larralde. Emparejada con un holandés, Heijn, cuyo nombre también puede ser malinterpretado por el pronombre «He» (Él), Ella ha dejado su vida mexicana entera atrás para irse a vivir con él a los Países Bajos. Y no logra encontrarse a sí misma.

Todo en Holanda le parece ajeno, y no tiene que ver con abrir la cortina y ver un paisaje distinto, pero con cómo los holandeses y ella no hablan el mismo lenguaje, no se comunican a partir de los mismos detalles. Ahí donde ellos resoplan continuamente, gesto que culturalmente para los holandeses tiene mucho sentido, nosotros como mexicanos usamos otras tantas onomatopeyas y gestos que sólo nos hablan a nosotros.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

A partir de muchos soliloquios, hablados tanto en español como en holandés, y haciendo amplio uso de una pantalla con subtítulos, Ella va desmenuzando lo que a partir de la lengua no logra conjugar entre su identidad mexicana y su nuevo hogar lejos de quien la comprende. Pero cuando llamada por un sueño decide volver a México unos días para inspirarse y seguir escribiendo, descubre que ya tampoco pertenece del todo a este lenguaje, no como su mejor amiga dicharachera y semi bruja, a la que ahora encuentra excesivamente mexicanizada.

Ella ha perdido identidad y par su mala suerte está embarazada. ¿Cómo traer nueva vida a este mundo que no entiende, y cómo formar a una personita cuando ella está rompiéndose en pedazos?

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Insisto. La obra comienza en perfección. Un mapping a cargo de Daniel Primo, sobre su propio diseño de escenografía e iluminación nos transporta a la mente revuelta de Ella, que se alborota como agua tormentosa, pero fluye como río, y de entrada lo que nuestra mirada empieza a saborear es bellísimo. El primer monólogo es un franco estudio sobre el idioma. ¿De dónde vienen las palabras, qué significan realmente, por qué hay países que pueden nombrar cosas que nosotros no, y nosotros le damos identidad a acciones que en otros lugares no significan nada? Materia Prima te pone a pensar.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Y luego empiezan a caer las sorpresas, nuevamente por parte del trabajo de Daniel Primo, primero a partir de juegos de sombras, donde los actores fuera de escena se mueven de manera platónica abordando el lenguaje desde lo corporal y silencioso, y posteriormente permitiendo el destace del papel con el que están hechas las mamparas que conforman la escenografía, para que las voces que rodean a Ella puedan aparecer, como brotando de su cabeza, rompiendo el fondo a dos frentes y sacando una cabeza por ahí, una mano por allá, o todo un cuerpo que entra a una especie de fantasía.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

El segundo wow moment lo oferce Brisa Alonso con su diseño de vestuario. Es precioso desde un inicio, telas vaporosas y un carácter etéreo en Ella que no logramos identificar precisamente de una cultura, pero que incluso hace guiños a una antigüedad en la que todos pudimos haber sido uno. Colores pálidos pero llamativos, que se vuelven impactantes al momento en el que Olinda se sube a un arnés para ser elevada un par de metros y su falda cae detrás de ella como telón en un visual francamente cirquero. Y posteriormente repleta de detalles protagónicos, ahora sí muy identificables de México u Holanda, que los personajes secundarios usan como estandarte cosido a su propio pecho.

De una estética muy particular, Materia Prima juega mucho con salir de la realidad de Ella para entrar a un limbo más cercano al caos dentro de su cabeza. En ese purgatorio se topa todo tipo de figuras, desde un ¿perro? ¿lobo? cuyo símbolo y significado se va perdiendo conforme avanza la obra, hasta el fantasma de su abuelo, que viniendo de una lengua indígena y tartamuedando las palabras, le ha heredado una batalla por comunicarse que ella misma viene arrastrando desde siempre.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Onírico y sin duda perfecto para que Olinda Larralde y su equipo creativo dejen volar la imaginación, la realidad es que los momentos más precisos de Materia Prima, en la que ella lejos de tener una crisis existencial filosófica y abstracta, vive de forma mucho más literal el choque cultural con su pareja, sus vecinos, su amiga, su doctora resultan mucho más interesantes a la trama y el mensaje. Lo otro se siente un poco como azúcar glass espolvoreada a veces demás sobre una rosca que no lo necesitaba.

De modo que un problema de génesis de Materia Prima es su falta de edición. Hiperbólica y atascada, Larralde la deja crecer como hiedra sin pasarle tijera, y para cuando menos se da cuenta ya se le ha ido de las manos.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Una escena protagonizada por un limosnero que se sale por completo del estilo y narrativa de lo que Ella ha venido contándonos en primera persona toda la obra, para hacer una muy innecesaria acotación sobre el privilegio en México, se siente como una apología al hecho de que la obra le habla a las personas que viajan y se comunican en varios idiomas. Como si el texto se sintiera culpable por su propia burguesía. Como si Ella tuviera que pedir perdón por su problema de persona blanca y entonces le permitiera, sólo por unos cuántos minutos, a una persona más desventajada que ella relatar una lucha que ya nada tiene que ver con la comunicación, pero con la lucha de clases. Completamente fuera de lugar en la historia.

Y así como eso, otros muchos momentos parecieran huirle a la historia para querer hablar de más. Para querer ser más inteligentes, más filosóficos, más vocales. Más, más, más. Materia Prima no necesita lo excesivo porque lo sencillo que tenía entre sus manos ya era valioso.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

No me quejo de los momentos de belleza visual que nacen a partir de estas tangentes, pero como espectador, no dejas de voltear a ver el reloj dándote cuenta que la obra se está estirando mucho más allá de lo necesario y que en algún punto inevitablemente ha perdido todo ritmo.

Aplaudo sin duda que en la cartelera de CDMX podamos disfrutar de una rica colaboración entre dos países que, en efecto, son abismalmente distintos culturalmente. Y es precioso que a partir de Ella podamos vivir un México que no es aquél que los que vivimos aquí encontramos caótico y desastrozo, pero en el que ella presume belleza en el ruido, y en las banquetas deformadas que le recuerdan lo orgánico de la naturaleza viva. Porque hay un punto importante sobre cómo solemos idealizar y anhelar aquello que nos resulta lejano. El gran sueño de vivir en otro país rara vez involucra dentro de la fantasía el convertirte en ciudadano de aquel otro lugar y empezarle a ver lo feo a través de las grietas. Porque la miel sobre hojuelas en realidad sólo existe en nuestras cabezas.

Materia Prima, obra en el teatro El Granero

Materia Prima es un agasajo visual y un experimento llamativo bilingual y bicultural que definitivamente vale la pena ir a presenciar. ¿Le hace falta contención y enfoque? Sin duda, pero simplemente el ver el vestuario de Brisa Alonso moverse en escena como un ballet ya hace de este montaje una joya preciosísima.

Materia Prima se presenta miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos en el Teatro El Granero del CCB.