Yo Luche Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara es una despedida, al mismo tiempo que es un reclamo y una reflexión, un cierre y una súplica a un amigo que se ha quitado su propia vida, a partir de la visión del arte y la historia real del holandés Bas Jan Adre que deja muy claro que hay una diferencia abismal entre caer… y dejarse caer.

Bas Jan Ader fue un artista conceptual holandés nacido en pleno de la Segunda Guerra Mundial (de hecho su padre fue asesinado por los Nazis), fotógrafo y videógrafo que hizo de la tristeza y la melancolía pieza central en su obra. Desde videos donde sólo se dedica a llorar frente a la cámara, y hasta una serie de caídas: una desde un árbol, una desde un techo sentado en una silla, otra a un canal en su bicicleta. Instantes que no tienen que ver con aventarse, pero con permitir que el peso le gane hasta tirarlo.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

Desapareció en los 70’s tratando de cruzar el Atlántico, y no ha sido el único artista que se ha inspirado en la idea de dejarse caer para retratar un impulso humano de pronto más fuerte que la misma fuerza de gravedad. Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara no es una obra sobre Bas Jan Ader, si bien es cierto que Ana Vértiz (dramaturga) lo retoma continuamente como punto de partida, como símbolo, como metáfora y como registro, en su búsqueda para hablar de algo mucho más íntimamente doloroso: el suicidio de un amigo cercano.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

La protagonista al centro de este monólogo quiere saber por qué, pero ya no tiene a quién preguntarle. Entonces se pone analítica y busca en estos espacios artísticos la relación entre el dejarse caer vencido y el quitarse la vida, para luego sacar un muñeco de tela, el último referente que puede usar para enfrentar a un amigo que ya no está, ni previno su partida, y usarlo en la catársis necesaria para conseguir algo cercano a una despedida.

Y en lo mucho que tiene que decirle, Vértiz va tocando en ciertas instancias alrededor del suicidio que resultan especialmente ponderantes. Como el que podamos entender las decisiones de una persona a partir de saberlas algo muy personal, respetarlas, tal vez cuestionarlas pero no en total desconcierto, pero nos resulte imposible aceptar la idea del suicidio como una decisión que le corresponda tomar al individuo. Tal vez la eutanasia sí, hace sentido, le podemos encontrar razones, como a otras muchas cosas, pero nunca el suicidio. Porque va tan en contra del instinto y por tanto es la muerte más innatural y así incomprensible… imperdonable.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

O el hecho de que el suicida no tiene que parecerlo. No tiene que prevenirlo. Durante el unipersonal a momentos escuchamos una voz narrada, la voz en off del amigo en cuestión. Un pequeño acercamiento a sus pensamientos al más puro estilo de otra dramaturga que hizo del quitarse la vida todo un estudio para el teatro, Sarah Kane, y no hay momento más poderoso que cuando lo escuchamos sentirse solo, dolido, perdido, en un instante de oscuridad y levanta el teléfono para marcarle a su amiga, y una vez que ella contesta es incapaz de decirle nada. Se transforma en ése que ella conoce, casual y constante, nada que pueda sonar alarmas. Y hay algo muy impactante en ese momentito. Algo que nos recuerda que la gente tiene un mundo por dentro, y de ése conocemos sólo el poquito que elige mostrarnos. Qué tanto ahí adentro hay luz y qué tanto hay sombra sólo lo saben ellos.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

Ana Vértiz nombra otro símbolo, y Manuel Cruz Vivas lo retoma de manera muy presente: un vaso de agua. Que pareciera poder hablarnos de muchas cosas. Es el vaso a la orilla de la mesa que en cualquier momento se cae. Que lo estamos viendo y no podemos dejar de ver, pero de algún modo y casi como hipnósis no hacemos otra cosa más que esperar a que lo fortuito lo tire. Pero es también el agua derramada, que una vez en el suelo ya no puede regresar al vaso. Y es también un vaso lleno, pero no en el lugar común que refiere al optimismo (vaso medio lleno, vaso medio vacío) sino en la carga, en el que un vaso se puede atiborrar hasta desbordarse cuando menos nos damos cuenta, con lo fácil que es inclinarno y sacarlo de balance, y ni hablar de rompero si es de vidrio.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

Entonces Manuel para a su actriz, la impecable Belén Mercado, sosteniendo el vaso de agua hasta que es momento de tirarlo, dejarlo en el suelo y dejarlo ir. Y hace otra cosa que se contrapone con la absoluta fluidez del agua que pareciera estar presente en todo el montaje, en el vaso, en las cataratas del nombre, en el mar que desapareció a Bas Jan Adre, y es que planta con pies de piedra a Belén en la escena para que su movimiento sea mínimo. Y ella utiliza esa contención física para anclar una contención emocional que permea el montaje.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara no es un melodrama. No es un montaje de llanto incontrolable y gritos desesperados. Belén Mercado trasnmite el desasosiego, la frustración, la confusión y la tristeza desde un lugar mucho más minimalista y atenuado. Ella no está ahí para romperse en pedazos y desgarrarse en nombre del duelo, está ahí para analizarlo, a momentos de manera casi metódica, y aún cuando por segmentos de pronto involucra recuerdo y sentimiento, mantiene distancia y no se abruma.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

La escena se fusiona con proyecciones que pegan en un círculo detrás de ella, tal vez el mundo en su cabeza, tal vez el mundo en la cabeza de él, a veces meras imágenes metafóricas (nuevamente el vaso y el agua), a veces los audiovisuales de estos artistas afanados con las caídas, de últimas videos caseros que se transforman en memorias de una persona que ya no está y que en esos videos pareciera normalísimo. ¿Feliz incluso? En paz, para el ojo que no está buscando más. La actriz toma al muñeco y lo sienta a verlos. A verse. Como obligándolo a enfrentarse con algo que en vida no quiso hacer, y si lo hizo jamás lo compartió. Como una manera de obligarlo a compartir con ella un dolor que no puede ser sólo de ella. Pero ríe al momento de darle su perdón para darle la vuelta a la página. Y eso es muy único y tal vez muy real. El que el dolor no siempre está presente sólo en las lágrimas, pero también puede habitar gestos que relacionamos con alegría.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara, un título que alude a estar parado en el filo del abismo batallando contra algo inmenso, es una puesta lúgubre. No tiene otra manera de ser. Carga con la densidad y lo sombrío de su tema, y aún cuando no es ultra emocional, pesa y se resiente. El ritmo cuando Belén Mercado está fuera y nos deja a solas con su muñeco, o las proyecciones, o la voz descansa apenas en la superficie con el peligro de hundirse, pero apenas regresa ella la puesta se reaviva. Ella tiene una capacidad muy especial de tornar algo que es en toda medida difícil de tragar, en una carta de despedida cuyas palabras no queremos dejar de escuchar. Y ahí donde Bas Jan Adre hizo del dejarse caer su centro, ella lo hace del mantenerse de pie.

Yo Luché Contra Una Ballena En Las Cataratas Del Niágara se encuentra actualmente fuera de temporada.