Recluida a su cama, cada vez con menos posibilidades de volver a ser la mujer libre e independiente de antes, una mujer se marchita en Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre, una obra que no pretende ser un melodrama manipulador y melancólico sobre la discapacidad como consecuencia de la vejez, sino un frío acercamiento desde la mirada de un hijo a la enfermedad de su madre no forzosamente desde la emocionalidad, pero desde el razonamiento, y sí, la despedida.

Es muy fácil caer, cuando se habla de la vejez y eventual e inevitable muerte de una mamá, que se cuente desde el dolor profundo y se acompañe con un mar de lágrimas y el tono desolado mejor caracterizado por violines sonando a la distancia. Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre no es eso. Y aún cuando el título de la obra te dice todo lo que tienes que saber sobre el argumento, el texto no busca el drama fácil, el lugar común, ni el llanto comunal en la sala, sino opta por la mirada fría y una descripción mucho más documental de un proceso, que aunque doloroso en tantísimos sentidos, no deja de venir acompañado de dificultades que le toca resolver al cerebro por encima del corazón.

Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre

Así, el hijo y la madre al centro de este montaje, no se hablan directamente (al menos durante gran parte de la puesta), no se ven, no se comunican. Él es nuestro narrador y el acercamiento al deterioro de su madre es francamente descriptivo, ella es una recreación de los hechos… un recuerdo eventualmente transformado en fantasía que permite al hijo repasar lo acontecido para después darle un último adiós a la mamá con la que realmente nunca tuvo una relación tan cercana.

Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre

«Fuma, ve el canal del clima, se para al baño, bebe agua mineral, bebe café», son algunos de los apuntes que se repiten de manera cíclica en la narración de este deterioro. Un camino en círculos que cada vez deja más claro que ya no hay pasos que dar para abrirse espacio hacia adelante. Una mujer anciana cae recluida a su cama después de pasar por dos detonantes: cáncer y la muerte de su ex marido, y lo que en algún momento pudiera haber sido una medida temporal en espera de la recuperación, se vuelve un estado permanente que obliga a sus personas cercanas a movilizarse alrededor de entender que la recuperación es cada vez menos posible.

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Un cuerpo que cada vez flaquea más, incluso al momento de aguantarse para llegar al baño, una cabeza que no siempre está en sus cabales, una personalidad de tonos ásperos que se niega a aceptar la decadencia -y se niega a dejar de fumar, claro- y memorias… memorias de un pasado en el que la juventud permitía todo tipo de lujos, amistades y convenciones. Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre no nace de la visión de ella ni busca conocer su lado de la historia, pero se recarga en el hijo, que es al final del día en quien recae pagar por la asistencia, hacerla su prioridad cuando tal vez antes no lo era, contestar sus llamadas insistentes y de pronto inconvenientes, cuidarla hasta de sus propias enfermeras, y sí, de pronto resentir la situación como una afronta.

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El montaje de Ana Graham (directora) de un texto de Andy Bragen encuentra su lugar en lo sencillo. Una enorme cama es la pieza singular del escenario, donce Concepción Márquez, como su personaje, pasa gran parte de la obra, prácticamente anclada a un mueble del que no se puede mover; mientras Antonio Vega recorre el espacio como una figura omnipresente, pero también como un creador, como si fuera capaz de regresar a un momento en el tiempo y en el espacio para revisitarlo, de pronto sentirlo sin manipularlo.

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Y hace del teléfono de disco el elemento protagónico de la utilería. Una serie de teléfonos que van saliendo de cajas para posicionarse en la cama con la madre, como esa colección numerosa de llamadas que una persona que ya no tiene mayor actividad usa como muleta para todo, como una excusa, como un distractor, como un auxilio, pero que para el que las recibe se vuelven una intrusión constante y abrumadora, que no puede sino contestar, sabiendo que ahora ese es su papel. Su labor.

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La escena se la roba Concepción Márquez con profunda ternura, creando a un personaje al que es fácil poder reflejar en la experiencia de muchos en el público con padres ya mayores. En esa seguridad de pronto infundamentada, las interminables anécdotas e historias, la terquedad de pronto inevitable, el retorno en muchos sentidos a etapas casi infantiles. Y sí, en una obra sobre la fragilidad del cuerpo y la pérdida de capacidades, es emocionante y alentador ver a una actriz tan entera, tan dueña de su arte y su herramienta como ella, a la edad que sea. Aún con el ojo distante con el que Bragen y Graham se acercan a Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre, es Concepción la que otorga necesaria calidez al relato, y para el final deja una sonrisa conmovida en la cara.

Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre

Sin duda hay una atmósfera burguesa en el contexto, una familia amante de los viajes que eventualmente nos llevan en uno, una mujer de dinero viviendo en una Nueva York privilegiada, un hijo que puede darse el lujo de pagar enfermeras de tiempo completo a domicilio, Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre no es forzosamente una experiencia universal, más en México, no con la expectativa de calidad de vida de aquí y el costo de los servicios médicos, de modo que asumirla como representativa de una vivencia compartida no es del todo posible, pero en los detalles de un duelo que se va viviendo poco a poco cuando una persona envejece o enferma, es más personal entender las muchas fases y momentos de una despedida que se alarga y se va procesando conforme sucede y aproximarse a una puesta que en el corazón no es sobre otra cosa sino sobre el dejar ir a una figura fundamental para cualquiera.

Apuntes Sobre El Deterioro De Mi Madre se presenta viernes, sábados y domingos en Foro la Gruta del Helénico.