El primer acercamiento de Netflix al cine de animación familiar tiene el corazón de Disney, la perfección de Pixar y el toque de midas del servicio digital que convierten a Next Gen en una película digna del público más exigente.

Netflix decidió hacerle competencia a Pixar, y para ponerse a la altura del gigante del detalle y la emotividad en guión de las cintas de animación modernas, tuvo que reunir creativos de Estados Unidos, Canadá y China (mucho China) y finalmente entregó un producto que, incluso podríamos decir, deja muy por detrás a una Big Hero Six y se posiciona como favorita instantánea.

En un futuro ultra-tecnologizado donde robots de todos sabores, texturas, figuras y niveles de inteligencia artificial andan por doquier (hasta en la sopa de noodles), Justin Pin -el Steve Jobs de este mundo- es una especie de héroe que ha puesto un robot en cada casa, convirtiéndolos en el nuevo mejor amigo del hombre (lo sentimos perros).

Pero en este universo donde todos parecen apantallados por la tecnología, Mai, una adolescente abandonada por su padre e ignorada por su madre, que prefiere prestarle más atención al gadget del momento que a ella, acaba creando una inusual amistad con un nuevo modelo de robot (en la voz de John Krasinski) fuera del mercado, que se ha escapado de un laboratorio de Pin y en el proceso ha perdido la capacidad de guardar memoria.

Lo que comienza como una alianza entre ambos, motivada más que nada por las ganas de Mai de vengarse de todo lo robotizado con su nueva arma-amigo, se va convirtiendo lentamente en una amistad verdadera cuya fecha de caducidad resulta imparable por culpa de la falla al interior de «stupid robot», y puesta finalmente a prueba por las intenciones poco nobles de Justin Pin, el genio que guarda un terrible secreto.

La cinta, animada a detalle (fíjense especialmente en el movimiento de pliegues en la camisa de Justin Pin), resulta tierna, conmovedora y emotiva, como esperaríamos de una cinta de este género, pero además, francamente chistosa y de un humor ligero pero bizarro que es precisamente el que caracteriza los guiones de Pixar, y que Netflix parece haber recreado prácticamente a la perfección.

Los diseños de personajes, sumamente inspirados por el anime oriental (ahí China seguramente tuvo mucho que ver) resultan de lo más atractivo de la cinta: pelos de colores, ropa futurista, y la cara de «stupid robot» que transmite a través de sólo dos ojos que están en constante movimiento giratorio toda emoción posible…muy al estilo de Eve en Wall-E.

Como buena cinta infantil, nuestra heroína Mai cuenta con su inseparable sidekick, en este caso un perrito estilo boston terrier, doblado por Michael Peña, que se convierte en un secuaz sumamente carismático, robándose varias de las escenas en las que aparece al estilo de Mushu en Mulán o el camaleón de Rapunzel en Tangled.

Netflix aprendió de los mejores y con Next Gen demostró que puede hacerle competencia a los grandes estudios no sólo en capacidades técnicas, pero en el nivel de narrativa de sus historias (que en live action sci-fi resultan siempre tan decepcionantes). «Stupid robot», llamado en realidad simplemente 7723 es sin duda uno de los personajes animados más memorables allá afuera, y Mai, a pesar de su personalidad chocante es simple y sencillamente cool por todos lados.

Hay que ver Next Gen, pero más importante aún, hay que esperar lo que sigue, porque cuando menos nos demos cuenta, Netflix nos estará sorprendiendo con la nueva UP. Y eso sí que será verdaderamente emocionante.