El pasado 23 de marzo, Bad Cinderella de Andrew Lloyd Webber hizo su estreno oficial en Broadway y la crítica está siendo inclemente.

Después de una corta temporada que coincidió con pandemia y por tanto fue realmente poco exitosa (plus, tuvo varias polémicas involucrando a Lloyd Webber y su trato a los actores de la compañía), Bad Cinderella, con el nombre cambiado porque antes se llemaba simplemente Cinderella, llega finalmente a Broadway. Y la cosa es… parece que el Covid no fue el problema con el musical, de acuerdo a la crítica en Nueva York, el «bad» en su título básicamente resume lo terrible de su montaje.

En resumidas cuentas, Bad Cinderella es una Ceniciente modernizada. En un pueblo donde prevalece el color y la belleza, ella es la rara que viste en colores opacos y actitud punk, por tanto es desdeñada por su gente, por todos, excepto el príncipe Sebastian, hermano del Príncipe heredero que lleva un año desaparecido, y por tanto ahora le toca a él ser quién deba casarse y llevar las riendas del pueblo. ¿Y adivinen a quién tiene en la mira?

Bad Cinderella tiene la intención de ser una crítica a los estándares de belleza impuestos en los medios, Hollywood, revistas y publicidad, tanto así que el Hada Madrina en vez de una barita mágica tiene una jeringa de botox; y también una parodia al clásico final feliz del cuento de hadas clásico. De acuerdo a la crítica no logra ser ninguna de las dos. Los dejamos con lo que están diciendo allá afuera:

New York Post: Para un musical con la confianza borracha de poner la palabra «Bad (mala)» en frente del título de un clásico, ‘Bad Cinderella’ de Andrew LLoyd Webber no tiene nada de actitud o birllo en el escenario. O neuronas. Es un desastre con desórden de personalidad múltiple. De principio a fin durante esta incomprensible y en gran parte aburrido giro al cuento de hadas -ah, que de hecho sí gira- nunca estás del todo seguro de qué estás viendo o por qué lo estás viendo.

New York Daily News: ¿Por qué?, uno se pregunta mientras la ve, ¿un personaje tan distinguido en el ámbito del teatro musical como el incomparable Andrew Lloyd Webber escogería gastar algo del tiempo preciado que le queda en esta Tierra en un musical que moderniza un cuento de hadas muy querido que a) no demuestra ningún tipo de respeto, en absoluto, por la estructura narratúrgica de la fuente original, y b) tiene un corriente y poco fino sentido del humor que se siente tan lamentablemente fuera de sincronía con el presente?

Entertainment Weekly: Aunque parece segura y sin ganas de disculparse por ser quién es en canción, Cinderella es extrañamente pasiva y tiene de cero a nada sentido de la motiviación personal durante todo el show, permitiendo que sean otros los que le dicen que no puede ir al baile, o salir del pueblo, o que está enamorada del príncipe Sebastián. A pesar de los más grandes esfuerzos de Linedy Genao por darle al personaje una vulnerabilidad secretamente suave a su temeraria naturaleza, Cinderella opera continuamente desde el rencor en lugar de un interés verdadero, y luego sufre cada decisión que toma. Lo único que se siente concreto es su inquebrantable rechazo por los estándares de belleza de su pueblo, razón por la que es inexplible y confuso cuando eventualmente se decide transformar en una princesa hermosa para conseguir el afecto del Príncipe… más tomando en cuenta que a él le gusta su excentricidad.

Deadline: Por entretenida que pueda ser a momentos, Bad Cinderella te deja muchos espacios en los que tu mente se va a otros lados. En ningún momento es más evidente, o poco afortunado, que durante las escenas de la heroína pirncipal. Genao es una cantante excepcional, una beltera moderna muy Broadway con una voz que no tiene problema para cantar las power ballads de Lloyd Webber. No tan buena en el departamente de actuación. A Genao no la ayuda nada un libreto por el dramaturgo Fennell que no hace de su personaje alguien interesante o particularmante agradable.

Bloomberg: Los creadores del nuevo musical Bad Cinderella fueron ingeniosos al menos en una cosa: asumir la palabra «bad» como propia antes de que pudiera ser usada en su contra. Lamentablemente para ellos hay otros muchos términos que podemos usar para describir la producción: concupiscente, mal lograda, sin sentido, demasiado larga y asquerosa.

Broadway News: Cuando el reloj marca la hora del final del segundo acto, Fennelle nos deja con una nueva versión del «felices para siempre» que, en realidad, sigue siendo una narrativa tan agotada y copiada como la anterior. Al final Bad Cinderella comprueba que sí hay algo peor que un nuevo musical siendo malo: ser poco original.

Daily Beast: Bad Cinderella de Andrew Lloyd Webber busca rebrandear el cuento de hadas, sin embargo no podría ser más convencional así lo intentara, destruyendo a su personaje principal en el proceso. De cualquier manera, gracias por el ensamble de bailarines guapos.

The Guardian: Esta Cinderella no tiene mucho que decir para el final, pero si buscar canciones chiclosas, vestuarios llamativos y pectorales por doquier, la zapatilla te va a quedar.

New York Stage Review: ¿Es demasiado tarde para cambiarle el nombre a «Gran Madrastra»? No que la Madrastra en el nuevo musical de Andrew Lloyd Webber sea virtuosa de ninguna manera, pero gracias a la interpretación de la tres veces nominada al Tony Carolee Carmello se vuelve la fuerza dominante en Bad Cinderella. El título del musical parece referirse al hecho de que Cinderella (una decepcionante Linedy Genao en lo que debió haber sido el papel que le abriera las puertas en la industria) es introducida vandalizando la estatua de Prince Charming. Es más bien arrogante, pero «Arrogante Cinderella» no se hubiera visto tan bien en la marquesina. En cualquier caso el personaje no tiene sentido, tampoco es carismática, lo cual tal vez explica el por qué desaparece tanto tiempo de la escena en un musical que técnicamente trata sobre ella.

The Observer: ¿Una zapatilla de cristal? No, éste es como una Croc apestosa. Da la sensación de que Fennell vio Wicked de chiquita a una edad impresionable y dijo, yo quiero hacer eso. Y lo hace. Y lo hace mal. Ella y Alexis Scheer (en la adaptación del libro) fracasan en definir a Cinderlla como algo más que alguien que rechaza la obsesión por la belleza de Belleville. Pudo haber sido ingeniosa, inteligente y leída, una comunista, pero sólo es poco alegre y conflictiva. El hecho de que Genao sea una actriz pobre con una voz áspera y nasal, y terrible timing para la comedia hace que Cinderella sea mucho menos interesante que todas las demás caricaturas a su alrededor.

Theatermania: Genao entrega una apenas dulce interpretación que lamentablemente no termina por proyectar «soy mala» o «soy diferente». Similarmente, ni ella ni Dobson (Sebastian) pueden con el peso de ese gran escenario, y sus voces parecen un poquito rotas. Pero ambos vienen de historias de éxito de modo que es difícil no querer que les vaya bien. La pureza de sus interpretaciones logra finalmente llevarlos a cruzar la meta, por poquito.

Time Out: Que triste que éste no sea el show de la Reina y la Madrastra. El musical colapsa en su centro porque Cinderella es una aburrición. Por un lago, nunca logra ser convenciblemente poco convencional, sólo parece que compra su ropa en una tienda distinta del mismo centro comercial donde compran el resto, una que le vende a las falsas alternativas. Usa pantalones en vez de tul, su lipstick es un poco más oscuro y su pelo está apilado y desordenado, pero es notoriamente bonita, y sus convicciones huevas. Habla mucho de ser ella misma, pero en cuanto le dan oportunidad de un makeover no parpadea antes de decirle que sí a una siniestra Hada Madrina que es más como Úrsula de The Little Mermaid, pero sin nada de peligrosa o amenazante. Si se queda más allá de las 12 en el baile su vestido le deja de quedar bien o una cosa así. La dramaturgia le falla a Cinderella toda la obra: no tiene nada de ese ingenio que una persona fuera de la caja debería de aportar, y todos sus grandes momentos se desploman.

Después de eso, ¿será que Bad Cinderella logra quedarse en la cartelera de Broadway antes de que la taquilla se convierta en calabaza? Se empieza a ver dudoso.

¿Ya la viste? Cuéntanos tu opinión en nuestras redes:

FB – /elaquelarremx

Twitter – @ElAquelarre_

Instagram – @el_aquelarrepodcast