La obra maestra de Tony Kushner se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón y es precisamente ese espectáculo barroco de fantasía, acidez, dolor e ingenio que el autor pretendía que fuera en los 90 y que hoy en día sigue teniendo la misma contundencia.

Qué curioso que justo este año, Angels in America rompió récord de nominaciones para una obra de texto en los Premios Tony en Nueva York. Once en total, incluyendo para sus actores Andrew Garfield y Nathan Lane. Rara vez tenemos la posibilidad de que una obra con ese alcance y popularidad en Broadway esté al mismo tiempo presentándose en México, pero con Ángeles en América (Parte 1) esto es una realidad que se tiene que aprovechar.

Ángeles en América en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón.

Ángeles en América en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón.

El texto es de Tony Kushner, un maestro del diálogo ingenioso y la construcción de personajes que nos sumerge en una Nueva York recién enfrentada contra la epidemia del SIDA en 1985 a través de una serie de personajes tan trágicos como ácidos y despiertos -varios de ellos asediados por la presencia de espectros y alucinaciones- que a través del enfrentamiento con la muerte, la locura y la enfermedad van descubriendo la libertad que sólo puede provenir de quemar las naves. Un texto que en 1990 (su fecha original de publicación) presentaba por rara ocasión personajes homosexuales de todo tipo de ámbitos, lejos de estereotipos y ajenos a la necesidad de ser victimizados, santificados o satanizados, sino simplemente presentados en la mesa con toda su variedad de sabores, los agrios y los dulces.

Fernando Álvarez Rebeil y Nacho Tahan en Ángeles en América.

Fernando Álvarez Rebeil y Nacho Tahan en Ángeles en América.

La producción mexicana es dirigida por Martín Acosta y traducida por David Olguín, en en su mayor parte aprovechan el material original que se les dio para jugar, pero a momentos se quedan cortos en la búsqueda de lugares que un texto como el de Kushner permite descubrir y originar.

Ahí donde Acosta, ayudado por su escenógrafa (Tanya Orellana), su iluminador (Matías Gorlero) y su vestuarista (Mario Marín del Río) se deja llevar por la locura de Angels in America a lugares barrocos de fantasía que llevan al espectador a estar analizando cada rincón del enorme escenario del Juan Ruiz de Alarcón (y a veces hasta afuera de él), el mismo Martín se queda corto al momento de llevar a sus actores a explorar lo trágicamente humorístico e ingenioso que puede ser un Prior en su enfermedad terminal o una Harper en su adicción y soledad. Situación que la traducción de Olguín no termina de poner en bandeja de plata con una adaptación muy seria y demasiado literal (en México jamás diríamos «la mierda golpea el ventilador» al querer implicar el peligro implícito en la frase  «shit hits the fan», por poner un ejemplo).

Diana Sedano como Harper en Ángeles en América.

Diana Sedano como Harper en Ángeles en América.

Hay quien del elenco se arriesga y se atreve a disfrutar del texto y apropiarse del personaje -un Nacho Tahan como Louis es maravilloso, un Fernando Álvarez Rebeil como Joe es frágil y reprimido o un Fabián Corres como Prior resulta completamente carismático- pero otros simplemente se sienten recitados y tímidos sobre el escenario con personajes que les permiten tener muchas más herramientas en sus manos de las que están usando.

Ejemplo de la escenografía e iluminación de Tanya Orellana y Marías Gorlero.

Ejemplo de la escenografía e iluminación de Tanya Orellana y Marías Gorlero.

Ángeles en América en el Centro Cultural Universitario no es ideal, no, pero para un montaje de tres horas (que ni siquiera llega a un final porque para eso todavía falta toda una Parte 2 de otras tres horas) es enteramente disfrutable, visualmente perfecta e históricamente una dramaturgia que vale la pena ver, escuchar, recapacitar y saborear de principio a fin. Vayan a Ángeles en América porque de vez en cuando vale mucho la pena regocijarse en la contradicción y la locura, y que mejor obra para hacerlo sino ésta.