Un paraíso afrofuturístico, armas y efectos dignos de peleas en el espacio, un superhéroe que sabe que un legado no siempre es sabio y un villano con una petición no tan descabellada. Además de ser una gran película de Marvel, ¿será posible que Black Panther sea su mejor a la fecha?

¡Bienvenidos a Wakanda! La nueva Pandora, la nueva Arendell, el nuevo Neo-Tokio. Una ciudad que se ha desarrollado y prosperado gracias al vibranio en cantidades industriales que los sostiene, y que ha vivido oculta del resto del planeta por los siglos de los siglos haciéndose pasar por no más que un país del tercer mundo.

Después de los eventos sucedidos en Civil War, donde el presidente de Wakanda, T’Chaka pierde la vida en un bombardeo, su heredero, T’Challa (Chadwick Boseman) toma su lugar como la mítica Pantera Negra para gobernar y proteger su país, y como lo dicta la tradición, mantenerlo alejado de los ojos del mundo. Eso es hasta la aparición de un segundo posible heredero -mitad wakando, mitad americano- Killmonger, que llega para reclamar el trono y forzar que la tecnología y el vibranio de Wakanda sea usado para ayudar a las comunidades negras oprimidas fuera de África y acabar con la supremacía blanca.

Pese a sus métodos radicales y extremos lo que Killmonger (Michael B. Jordan) quiere no es el típico «dominar el mundo» y «acabar con la raza humana» de tantos villanos que conocemos. Su motivación viene de un lugar de empatía con su gente y hartazgo ante la injusticia, y en ésos términos, se siente como toda una novedad para el MCU.


Fuera de eso, el otro factor de Black Panther que resulta emocionante y fresco es el elenco. El rey T’Challa se rodea de una variedad de personajes, todos con una habilidades y armas diferentes, que en sus propios méritos se sienten como los Avengers de Wakanda. Nakia (Lupita Nyong’o), una espía con movimientos de ninja y aros de vibranio como búmerangs, Okoye (Danai Gurira), una guerrera que lo puede todo con su lanza y su ejército de mujeres soldado, W’Kabi (Daniel Kaluuya), imparable al momento de comandar un rinoceronte armado y Shuri (Letitia Wright), una científica genio que además puede sacarle el mayor provecho a una pelea de puños con guantes de vibranio. Un equipo que, en tiempos de Suicide Squad y Teen Titans, podría tener su propio spin off sin problema.

Más allá de lo político, lo justo y lo pertinente, Black Panther es un RPG convertido en película, una cinta de efectos y peleas que te transportan a un mundo que sientes que no conocías antes, y de personajes que no quieres dejar de ver nunca. Su única debilidad, ante mis ojos, que la podría colocar detrás de una Thor Ragnarok, sería los pocos momentos de comic relief que en las películas de Marvel han resultado tan precisos y bien recibidos, y que aquí podríamos contar con gotero.

 

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