Una serie en la que hay gente que orina a otra gente, látigos, bondage, fetiches, golpes, cosquillas y hasta peleas de pingüinos pudiera sonar de lo más hardcore, pero la realidad es que Bonding, la nueva apuesta de Netflix, es una comedia de lo más ligera y entretenida.

Mistress May es una dominatrix que atiende a todo tipo de clientes con un abanico de fetiches sexuales inesperados, pero fuera de las botas leather hasta la rodilla y los corsets a la Violet Chachki, Tiff (su verdadero nombre) es una estudiante de psicología con inseguridades y recuerdos dolorosos como cualquiera.

Cuando Tiff enlista a su mejor amigo gay, Pete, para convertirse en su asistente dominatrix (Master Carter), Pete descubre un mundo de fantasías perversas y absoluta liberación que transforma su propia vida como hombre gay introvertido y asustadizo, y lo va transformando en un ser dueño de su propia sexualidad.

Aunque la serie se vende como transgresora y atrevida, en realidad es bastante disfrutable de una manera conservadora. Las bromas no dejan de ser las clásicas y esperadas para una serie con temática LGBT+ y las escenas sexuales en realidad son muy poco explícitas, y aunque sí irreverentes, poco provocativas.

Bonding en realidad se disfruta mucho más como una comedia de situaciones. Los personajes, convalecientes ante sus inseguridades, terminan atrapados en viñetas absurdas de salidas imposibles. Un inocente juego de «ass play» con el roomate heterosexual para Pete o la eterna presencia de un cliente extranjero en full outfit leather en la casa de Tiff dan mucho color a la serie. Pero es la relación entre los dos protagonistas la que te invita a seguir capítulo a capítulo.

Al igual que la tendencia a la que se suma Special, Bonding tiene capítulos cortos, de 13 a 17 minutos, en una temporada también corta de sólo 10 episodios; y, como Special, finalmente te deja deseando que estos mini capítulos hubieran germinado una temporada más larga y concisa.

El entretenimiento está presente, el sexo desenfrenado sadomasoquista, más aludido que otra cosa. ¿Vale la pena verla? Los personajes son carismáticos y las situaciones risibles. No pierdes nada con dejarte amarrar un rato.