El director Miguel Septién se sale de su zona de comfort para contar un relato humanista y del lado naturalista, basado plenamente en la actuación de su elenco, el ritmo absolutamente anecdótico del dialogar y una gran adaptación (hecha también por él) del texto que Conor McPherson estrenó en West End en 2004 con Shining City, ahora llamada para el Foro Lucerna, Ciudad Luminosa, que transporta los eventos originalmente acontecidos en Dublín a la CDMX.

En el consultorio de un ex sacerdote, convertido en terapeuta, llega dudoso Juan, un reciente viudo que confiesa de manera temblorosa haberse encontrado con el fantasma de su difunta mujer en su casa. Hasta aquí el relato podría sonar sobrenatural y tenebroso, pero lo cierto es que los fantasmas en Ciudad Luminosa no son de los que arrastran cadenas y atraviesan paredes, pero de los que se clavan en la memoria, en la culpa y en la soledad, y atormentan desde las emociones.

Ciudad Luminosa en Foro Lucerna
Foto: Ricardo Castillo

A pesar de contar con un elenco de cuatro, el personaje de Juan toma una gran porción de la obra (graaan) para soltarse en conmovedores monólogos sobre su relación con Mary, su obsesión por otra mujer que se cruzó en su camino, y la manera en la que su matrimonio se fue transformando con el pasar de los años hasta convertir a su ex mujer en una franca desconocida. Las cosas que cuenta -y cómo las cuenta- son tan sensibles y aterradoramente reales, que es imposible no reflexionar sobre la duración del amor y la casi imposible tarea de mantenerse fiel, leal y constante con las personas que queremos cuando las conexiones se han vuelto monótonas y peligrosamente largas e incovenientes.

Su terapeuta, Iván, quien aún está en eso de hallarse en su nueva identidad, no está libre de tomar decisiones complejas respecto a sus propios lazos; y durante la obra él, y el personaje de Juan se convierten en una especie de serpiente que se muerde su propia cola, posicionándose en lados opuestos del ying y el yang mientras encuentran la manera de traer paz a aquello que llevan roto por dentro.

Ciudad Luminosa en Foro Lucerna
Foto: Ricardo Castillo

La puesta no podría ser más sencilla y minimalista, especialmente para los estándares de Miguel Septién que con Pillowman nos llevó a un mundo de aterradora fantasía y con Argonáutika transformó el espacio del Foro Lucerna en el Mar Egeo. Aquí toma distancia de trazos complicados y elementos lúdicos, dejando que sus actores brillen sencillamente sentados en una sala de estar, con un sillón, una silla, una lámpara y un librero. Y su elenco toma la oportunidad para lucirse en actuaciones que se quedan grabadas en la memoria.

Pablo Perroni, Gloria Toba y José Ramón Berganza (quien dio la función a prensa en lugar de Miguel Narro) crean personajes que muy al estilo de las películas de Bergman se construyen a partir del diálogo en el muy poco tiempo que tiene cada uno para afirmarse frente a la audiencia, y resulta refrescante que incluso en escenas álgidas de pelea, los actores se alejan del melodrama para capturar la esencia de discusiones mucho más realistas, sin gritos, lágrimas en cascada y encontrones. Y a pesar de que no nos tocó ver a Miguel Narro, y por tanto no podemos juzgar su trabajo, la escena entre Berganza y Perroni, está tan cargada de química y ternura que es probablemente una de las más hermosas del montaje.

Ciudad Luminosa en Foro Lucerna
Foto: Ricardo Castillo

Pero si somos honestos es el Maestro Alberto Lomnitz quien se lleva la medalla de oro en Ciudad Luminosa. Monólogo tras monólogo el legendario actor se toma su tiempo al momento de narrar las cosas por las que ha pasado Juan, sintiendo cada palabra y provocando en el público una visualización francamente vívida de cada recuerdo del personaje. Y es su cadencia la que pule el brillo de todos y cada uno de los diálogos. Verlo trabajar es tan bello que cuesta trabajo cerrar la boca. Y ese segundo monólogo, uno que no spoilearemos para ustedes, crece de manera tan poderosa que para cuando llega el clímax es casi imposible respirar o aguantar el llanto. Un maestro dando cátedra de actuación en cada minuto de la obra que reposa sobre sus hombros y que saca adelante de manera espectacular.

Increíble como pareciera, tomando en cuenta que la obra comienza con la aparición de un fantasma, Ciudad Luminosa es una historia profundamente humana. Un relato que nos recuerda que todos vamos por la vida buscando una conexión con el otro, que le tememos a la soledad porque en los momentos más oscuros pareciera que nos va abarazar y no nos va a soltar jamas, que en la fé no siempre están las respuestas, y que no hay edad ni profesión correcta que nos vuelva expertos en identidad, todos nos estamos -seguimos y seguiremos- tratando de encontrarnos, y en el camino para hacerlo, como huracanes y de manera no siempre intencional, uno arrasa con otros y devasta con egoísimo, nos llenamos de culpa y seguimos adelante. Porque no hay más que hacer. Porque en algún momento todo va a estar bien.

Ciudad Luminosa en Foro Lucerna
Foto: Ricardo Castillo

Que bello (y sorprendente) resulta ver a Miguel Septién probando aguas de otro estanque, y con él a toda su compañía, gente como Gloria Toba, mejor conocida por producciones musicales o comedias, completamente fuera de su elemento y demostrando lo mucho que se apropia del reto, o José Ramón Berganza, quien suele con ese físico bondadoso y bonachón que lo caracteriza hacer personajes más sensibles y tiernos, y que acá se convierte en una figura enteramente sexy y colmilluda.

Otro más de los éxitos de Septién y de las elecciones acertadas de Perroni que como curador de textos, una vez más demuestra que su pequeña librería de guiones por montar está repleta de joyitas. Ciudad Luminosa es magnífica, inesperada y potente. Y sí, para cuando sale Lomnitz a dar las gracias es imposible no querer ponerse de pie y ovacionar su pericia.

Ciudad Luminosa se presenta los Viernes, Sábados y Domingos en el Foro Lucerna.