Todo Mal es la última película de Issa López, directora y escritora mexicana mejor conocida principalmente por haber hecho Efectos secundarios (2006), la mucho menos afortunada Casi Divas (2008), y las aún menos afortunadas La boda de Valentina (2018) y A la Mala (2015).

Todo Mal nos relata la historia de Fernando (Osvaldo Benavides), un alto ejecutivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que tiene como misión personal, traer de vuelta a México el histórico penacho de Moctezuma.

Sin embargo, el día del arribo del penacho a nuestro país  (que coincide con que es el mismo día que se va a casar), Fernando recibe un mensaje de what´s  de Viviana (Marcela Guirado), su flamante novia, quien simplemente le dice: “Lo siento, hubo otro” dejándolo plantado en plena boda.

Sin un ápice de lógica narrativa y con el corazón roto, Fernando roba el penacho y se abandona a una noche salvaje de juerga, llevando el preciado objeto como cómplice de aventuras.

Al mismo tiempo, los caricaturescos “mejores” amigos de Fernando: Matías (Alfonso Dosal) y Dante (Martin Altomaro) hacen de todo para tratar de recuperar el penacho, pero son continuamente perseguidos por dos matones que también lo buscan para un coleccionista privado.

Todo Mal (2018)

Osvaldo Benavides logra llevar la película sin problema (la exigencia no fue mucha, la verdad), pero en algunas escenas puede llegar a sentirse sobreactuado, especialmente cuando le toca hacer de borracho, que provoca risas de las malas. A lo mejor ese era el objetivo: Un borracho surrealista.

Martin Altomaro (en Sean Astin mexicano) logra amarrar sin problemas su personaje, un geek traumado, pero al final bastante común. Por otro lado, Alfonso Dosal con todo y sus ojos vivarachos logra transitar lejos de su nefasto personaje en la reciente Hazlo Como Hombre y aquí lo vemos bastante competente, me atrevería a decir que incluso el mejor actuado de la película (no es necesariamente un cumplido, dicho sea de paso).

Las escenas características de una película de Issa López están presentes y regadas por ahí: La novia llorando por la calle, el amor por el centro en plena noche, pero al final la narrativa pierde tracción muy pronto y la película se llena de lugares comunes y personajes estereotípicos, construyendo una tragicomedia mexicana clásica 1.0, donde todo (literal) se resuelve mágicamente para el final.

La película nunca me vibró como cinéfilo, básicamente no me importó ninguno de los personajes. El triángulo amoroso se siente forzadísimo, la química entre los novios es nula y rápidamente el penacho se convierte en una cortina de humo para la típica película de amor y desamor sin chiste. El penacho, al final, hubiera podido ser cualquier otra cosa -cuando hubiera sido mucho más gratificante llevarlo al realismo mágico, y hacer del penacho un franco personaje con personalidad, más que una excusa sin mayor relevancia.

Irónicamente lo mejor de la película es la actuación de Sebastian Zurita, a quien realmente no parece importarle en lo absoluto la calidad actoral, y que acaba haciendo un homenaje involuntario a Julio Bracho con el personaje rockero que le toca interpretar. Es tan malo que se hace divertido.

Una lástima, porque el poster de la película me hizo recordar de alguna forma a la genialidad de Relatos Salvajes (2014).

Al final Todo Mal no tiene todo mal, pero poco le falta…