A 35 años de su muerte, Tennessee Williams sigue siendo uno de los dramaturgos más importantes, pero sobre todo, uno de los más montados de la escena actual. Tan solo en lo que va de esta segunda década de los dos miles, en nuestro país hemos podido ver ya La gata sobre el tejad de zinc, Un tranvía llamado deseo, y actualmente El Zoológico de Cristal, la cual resulta ser la más acertada de los ya mencionados.

La historia gira sobre la obsesión de Amanda, una mujer que ya vio sus mejores épocas pasar y que ahora lo que quiere es salir de la pobreza y sacar adelante a su hija Laura; una joven con una discapacidad que la ha hecho tan insegura, que vive en el encierro cuidando de sus figuritas de cristal. Tom, su otro hijo, trabaja para mantener a su madre y a su hermana, soñando con revelarse y salir de ahí para conocer el mundo, aislado y alcoholizado en los que sus planes se cumplen. Pero para que esto pueda suceder, su madre le pide dejar a su hermana en buenas manos, por lo que decide invitar a un compañero de trabajo, Jim, a conocerla. Este prospecto parece ser todo lo que la familia desea para Laura pero lo que nadie espera es que, a unos pasos de conseguir lo que cada uno busca, él revele su verdadero objetivo.

La puedes ver en el Teatro Helénico.

Con una estética inspirada en el expresionismo alemán, lo primero que impacta es la escenografía diseñada por Jorge Ballina, quien, de inicio nos adentra en un universo dislocado para que después Diego del Río (director) pueda atender sin rodeos el discurso de  este escrito tan clásico, tan sofisticado (para sus entonces) y al mismo tiempo, tan gótico.

Refrescando la historia, la estructura es ornamentada con escenas bien desarrolladas pero que para los cánones de ahora, podrían parecer un poco largas y explícitas, Diego da a ‘su zoológico’ un tono muy peculiar: un tanto agrio, con un sentido del humor ácido que exacerba el patetismo y la descolocación de estos personajes negados a aceptar su realidad.

La puedes ver en el Teatro Helénico.

A partir de estos factores, la puesta se torna interesante, pues al permearse de referencias de la época que habitan el inconsciente colectivo, este montaje recuerda a aparatos dramáticos como las radio novelas o justamente, las viejas telenovelas con un buen manejo del melodrama, el amor como esperanza, y la esperanza como aquello que sale de lugares en donde parece no haber luz; lo que hace más cercanos a los personajes y sus vidas, que aunque escuchen música del New Orleans de los años 40, esta familia que nos presenta Del Rio, bien podría ser una familia del Centro de la Ciudad de México de aquella misma época.

Las actuaciones se dividen en digámoslo… «bloques», que hacen que en conjunto el tono propuesto por el director tome diferentes dimensiones: por una lado está blanca Guerra como Amanda, quien lleva todo el ritmo y timing de la puesta; luego, la parte dramática, trabajada por una construcción compleja de Laura, hecha por Adriana Llabrés, quien logra, además, un buen manejo de la contención. Pedro De Tavira (Tom), además del hermano, nuestro narrador, se torna a veces arrebatado pero también logra aterrizar en la desolación, siendo éste su gran acierto. La gran sorpresa resulta ser David Gaitán, que a pesar de también ser actor destaca más como dramaturgo, y acata cada nota para darle un mesura y una chispa al personaje de Jim que resulta tal como tiene que ser: cautivador -este mismo personaje lo alterna con Mariano Palacios.

El Zoológico de Cristal, 2018

El Zoológico de Cristal, 2018

Destacan también, la elegante iluminación de  Víctor Zapatero y el evocador vestuario de Jerildy Bosch, los cuales terminan de situar la puesta tanto en la época como en el mundo atrapado en una vitrina que proponen tanto el concepto de la puesta como la escenografía y que hacen, en conjunto, que El Zoológico de Cristal sea una buena opción para acercarse al teatro de Tenessee, pero también a una historia de gente queriendo salir de donde parece que le tocó vivir sin a veces entender que para poder lograr la salida no hace falta querer, sino también romper la fragilidad del ser tan fácil de quebrarse como el cristal.

El Zoológico de Cristal se presenta de Jueves a Domingo en el Teatro Helénico.