No nos equivoquemos, Grinder el Musical es el show de Tanya Valenzuela. Como obra tiene muchas fallas que al final del día pasan a segundo plano gracias a que Tanya, como una especie de maestra de ceremonias, interpretando en esencia a la app de Grinder (Grindr, si nos ponemos técnicos), entrega comedia de insulto y cabaret queer de carcajada que hace de la puesta una experiencia divertida, jotera y poco pretenciosa.

Pero vámonos al corazón del asunto. ¿Qué es Grinder el Musical?

Grinder el Musical

En efecto, una obra de importación española, cuya primera temporada en México comenzó en el Wilberto Cantón y que ahora Salvador Núñez, Iván Urcid y Jacobo Toledo reviven para el Teatro de la República, con nuevo elenco (con sus excepciones) y una producción 2.0.

La historia es un poco irrelevante, si somos muy honestos, porque la hay a cuentagotas y no pasa de lo meramente superficial, y funciona más como pretexto para el platillo principal que sirve el personaje de Grinder más a manera de stand up, que en esencia no es lineal ni narrativo.

Grinder el Musical

Cinco distintos perfiles de Grinder, que representan el estereotipo de hombre gay que uno encuentra en apps de ligue -el que se cree influencer, el que busca el amor en el lugar equivocado, el closetero discreto pero entrón, el norteño muscoloso que no sale del gimnasio, el pasivo sin restricciones- se dan cita con sus celulares para conseguir todo el sexo sin compromisos que Grinder les pueda ofrecer. Arquetipos que no buscan salirse de su caja, que hacen parodia del cliché más extremo del hombre queer desde la farsa, e importante, que no pretenden una representación real de la comunidad lgbtq, pero una burla a la concepción más básica reforzada por usuarios en redes con nombres como: Masc x Masc, No Femme o No Taps.

Grinder el Musical

Grinder el Musical es una comedia ligera, y eso hay que tenerlo muy en cuenta. No es un tratado antropológico sobre el comportamiento del hombre gay en redes, es un cabaret donde al público se le hace un test, el de Peter Alone (Pedro Sola), para ver qué tan pasivos son. Tomárselo en serio sería el error más grande para realmente poder disfrutarlo.

La belleza de Grinder es que roba de todo tipo de pretención a la obra. Hace mofa constante del mismo musical de la manera más meta, odia que se canten canciones, el texto le parece escrito con las patas y no para de llamarle «mamada» a la obra en la que está. Es gracias a ella, que es la primera en burlarse de lo ridículo de la premisa, que el público se suma y no busca intelectualidad, pero entiende que reírse de uno mismo, es el objetivo principal de Grinder el Musical. De nosotros como comunidad lgbtq, de nosotros como comunidad teatrera, de los musicales como formato no siempre coherente. Grinder nos recuerda que todos somos ridículos de una u otra manera, y que reconocerlo y encontrar el humor en eso es parte del disfrute de este espectáculo llamado vida.

Grinder el Musical

A falta de mucha historia que contar, el entretenimiento principal lo ofrece Grinder, personificada a manera casi drag por Tanya Valenzuela, quien rompe la cuarta pared para interactuar constantemente con el público, y al mismo tiempo funcionar como el Pepe Grillo de la calentura para nuestros personajes, desde la comedia de insulto, muy a la Bianca del Río, sin querer hacer comparaciones, sólo lo menciono a manera descriptiva, y sumamente horny como los monstruos hormonales de Big Mouth.

Grinder el Musical

Desde el momento en el que Tanya se presenta frente a la audiencia es una ola poderosa de cuidado. Imponente, irreverente, culera cuando se le da la gana y hasta maternal cuando se lo permite, Grinder se mete al público al bolsillo con sus primeras líneas, y no deja de mantenerlos aplaudiendo y riendo con la presentación de su mascota, Polla, un pollo de hule, la interacción con Cuca, un hombre cualquiera del público al que pasa al escenario y decide cambiarle el nombre, sus lecciones de ortografía, y la manera en la que le recuerda a la audiencia que «sí, sí es una mujer de verdad, estúpidas».

Grinder el Musical

Tanya Valenzuela se regocija en el personaje, soltando líneas como ladridos, perfectamente puntuales para atinar ácidamente en el objetivo, y juega con el público, improvisando y contestando lo que una audiencia llamada a soltar su lado más perra, tiene para rebotarle. Y no se le va una. Ella es Grinder el Musical. Ella es el show. Ella es la razón para pagar un boleto.

No que los demás hagan un mal trabajo en absoluto, Bobby Mendoza, como aquél que busca novio es especialmente brillante con los tics que le dan en el ojo una vez que se descubre objetificado, y con su lenta pero segura transformación en Elphaba herida y de ahí en drag queen empoderada; e Ian García que como Wapayaso no tenía mucho rango que no fuera «el sexy», aquí se devela como alguien tierno, en realidad, y sí… sexy.

Grinder el Musical

Tristemente el diseño sonoro de la puesta no permite disfrutar de todos los momentos cantados. Ahí donde lo dialogado se entiende a la perfección, al momento de empezar los números musicales se pierde toda comprensión de lo que se está diciendo en una amalgama de sonidos que no permite separar música de voz, y por tanto muchos de los chistes terminan por ahogarse. Lo que es claro es que las canciones son un complemento del gag y por tanto, musicalmente hablando, Grinder no es melódicamente ni remotamente excepcional.

Grinder el Musical

¿Recomendable? Definitivamente para un tipo de público. Grinder no es para cualquiera, pide de su audiencia que se sepa no tomar en serio, que entienda chistes locales de pronto muy gays, o muy teatreros, que le guste lo interactivo, que temas como la penetración sin condón, las enfermedades de transmisión sexual o la pasividad de un «culo tragón» no le resulten aberrantes, y que quede entre todos comprendido, que dado la temática, lo guarro e indecente son parte del menú, y la que soporte. Para esa gente, Grinder el Musical es diversión sin filtro garantizada. Para otros muchos, es mejor ni acercarse.

Grinder el Musical se presenta los jueves a las 20:30pm en el Teatro de la República.