Con su reality teatrero, Álvaro Cerviño pretende darle una plataforma a estudiantes jóvenes a través de Los Musicales Brod-güey.

Por año y medio, Los Musicales de Brod-güey ha permanecido en la cartelera de CDMX como una de las comedias más ligeras y divertidas para el público que ama el teatro, que entiende las peripecias de hacerlo y estudiarlo, y que gusta de escuchar sus canciones favoritas transformadas a forma de parodia que reflejan lo absurdo que puede llegar a ser el mundo del entretenimiento (y otras cosas más mundanas).

Pero ahora que Brod-güey se muda de teatro hacia el República, Álvaro Cerviño, su director, quiso probar algo nuevo… un reality show dentro del mismo montaje de la obra.

«Yo doy clases de teatro y me doy cuenta del hambre que tienen los alumnos por subirse. Esa hambre es lo que hace que muchas escuelas que hacen montajes hayan florecido con tanta energía. Hay muchas, pero no hay aprendizaje. En algunas, pero en la mayoría en la primera clase ya te están montando el track. No tienes un proceso de aprendizaje y entonces la profesionalización no llega o tarda mucho», cuenta Álvaro al Aquelarre por teléfono.

«¿Qué acaban haciendo los chavos? Inscribirse a otro montaje, y a otro, y a otro. Tengo alumnos de 32 años que siguen en estos montajes, y yo por más que les digo que brinquen a lo profesional, que se rifen, que se organicen con sus compañeros, renten un espacio, súfrenlo, súdanlo. No lo hacen. Considerando eso dije, ¿y si hacemos esto como un reality?», explica. ¿Pero cómo meter un reality de competencia donde ya existe una obra con un texto que funciona tal cual?

Primero que nada, Los Musicales de Brod-güey vive de la parodia, lo que implicaba que, de hacer un reality, la competencia tendría que acomodarse a la farsa, y por otro lado, para no quitar foco de los sketches y el elenco original, cada función se tendría que destacar únicamente a ciertos concursantes para que el reality no acaparara absolutamente todo el montaje, pero se fuera disfrutando a cuenta gotas hasta llegar a una gran final.

«Tienen un segmento corto en la obra. Va cantando el elenco y de repente anuncian: “Y ahora viene Los Musicales de Brod-güey, el reality”. Salen cuatro chavos que previamente ya se inscribieron y cantan una canción de un musical, la primera por ejemplo es One de A Chorus Line, pero van I am I de El Hombre de la Mancha, Let Me Entertain You de Gypsy, son cuatro, cada chavo canta su segmento y luego los jueces, que son el elenco, les hacen observaciones, haciendo parodia de los jueces que hemos tenido en tantos realities. Con comentarios inofensivos, no son para nada insultantes. Es para burlarnos de los jueces», expone Álvaro, insistiendo en que cada juez también tiene una personalidad arquetípica pensada para la comedia.

«Se escoge a un ganador por función con base en tres votaciones: el aplausómetro en el teatro, otra con manos levantadas, y la otra a través de una votación en redes sociales. También pueden expulsar jueces si quieren. El chiste del asunto es que todos tengan chance de cantar en un escenario de teatro profesional en una puesta en escena en cartelera. Y al final después de cuatro funciones haremos la gran final. Ahí cantarán los cuatro elegidos de cada función, y al mero final, salen todos los participantes y vuelven a cantar». Aunque sí existe un premio para el ganador, que incluye un pase anual a Six Flags, la verdadera recompensa para las 16 personas que terminarán concursando es la de animarse a dar el brinco.

No sólo eso, pero además todos los concursantes pasan por un riguroso proceso de ensayo en el que se les pide construyan su propia caracterización de personaje. Álvaro Cerviño busca ver propuestas, y por tanto les pide que lleven ideas para su vestuario, maquillaje, y aunque las canciones parodiadas no les toca elegirlas a ellos, sí participan en la creación del sketch como lo hizo en su momento el elenco estable de la obra.

«Yo creo que sí les va a dar currículum. Todos los que han pasado por Los Musicales De Brod-güey tienen un lugar en el teatro porque se cuecen a fuego altísimo. No tienen tiempo ni de pensar y ya están en otra cosa, ya están cambiando de voz, cambiando de corporalidad, es un trabajo muy demandante. Yo sí lo pondría con mucho orgullo en mi currículum», contesta Álvaro a la pregunta de si considera que la participación en el reality de Brod-güey podría ayudar a estos jóvenes a conseguir papeles profesionales en el futuro.

«Yo ya tuve todas las oportunidades que quería, ya hice todos los musicales que quería, me quedan pocos, pero es importante ir pasando la estafeta. Los chavos necesitan que les abran la puerta. Yo también lo padecía. Pasa cuando alguien te abre la puerta. Abramos la puerta. Es un showcase».

Por lo pronto, Los Musicales de Brod-güey se mantiene comprometida con la comedia que inició con el revival en el Enrique Lizalde, que ya ha cambiado varias veces de teatro en este último año, pero nunca de intención. A excepción de un número dedicado a la pandemia que ya quedó fuera del montaje, reemplazado por uno dedicado a los nepo babies, Brod-güey sigue sin cambiar mucho, cada vez más asentado, y más enfocado en temas más universales que pudieran hacer reír no sólo a los teatreros.

Y después de tener rotundo éxito en ocasiones pasadas con actores invitados como: Majo Pérez, Leo Bono, Ana Ceci Anzaldúa, Cristanta y Memije, Álvaro Treviño quiere estirar más la liga de estas guest appearances y salirse de los musicales, sólo para variarle un poco: «Esto es una idea que tengo, pero quiero invitar a gente que no sea de teatro. Siempre hay alguien que canta. ¿Por qué no un beisbolista o un conductor de noticias? Imagínate, digo, es una idea salvaje, pero imagínate a Lolita Ayala o a Pedrito Sola. Queremos hacerlo con este ánimo de estar relajados y no tomarnos demasiado en serio esta profesión, hay que relajarse porque si te la tomas en serio vas a sufrir».

Los Musicales de Brod-güey se presenta los sábados a las 8:45pm en el Teatro de la República, donde la gran final de su reality show se celebrará el próximo 26 de agosto, con los cuatro finalistas enfrentándose frente a frente, y los 16 semifinalistas cantando juntos una última vez.

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