Nunca digan «Macbeth» en un teatro. No se preocupen, acá están a salvo de la maldición… siempre y cuando no lo lean en voz alta. De ahí que en Mabel decidieron cambiarle el nombre al Rey Escocés, sólo para estar seguros de que la Obra Maldita se pudiera presentar sin mayor percance… ¿pero se puede? ¿Se puede uno librar de la maldición? Santiago Zenteno y Adriana Montes de Oca (alternando con Angie Bauter) se lucen en esta farsa que lleva al límite el terror que en los teatros se le tiene a aquella palabra prohibida.

Mabel, obra de teatro

Escrita por el dramaturgo argentino, Emiliano Dionisi, y reuniendo al equipo que ya había montado una obra suya anteriormente también inspirada en Shakespeare, también en Foro la Gruta: Romeo y Julieta de Bolsillo (Alonso Íñiguez, Santiago Zenteno y Adriana Montes de Oca), Mabel nos lleva a las entrañas de otro texto shakespereano, ése que no se dice en voz alta a menos que uno esté preparado para sufrir las consecuencias… Macbeth.

Mabel, obra de teatro

La leyenda, o supersitición quizá a este punto, cuenta que William Shakespeare al momento de escribir a las brujas que se aparecen ante Macbeth para augurarle un trono y gloria que no llegará a su descendencia, utilizó palabras de hechicería real que hasta el día de hoy oscurecen la obra y afectan a cualquiera que la monte, o más allá de eso, que se atreva a menciona el nombre del Rey Escocés adentro de un teatro. Claro que hay remedios para el que caiga en injuria, pero como toda maldición, librarse de ella no es fácil, e historias de cómo ha afectado a actores, técnicos y creativos históricamente las hay por centenas. Mabel es una más de ellas.

Mabel, obra de teatro

De un elenco de 13 personas y tras varios intentos por montar la obra, Adriana y Santiago son los únicos sobrevivientes de una compañía resiliente que se niega a dejar ir la Tragedia Escocesa en aras de paz y tranquilidad. Rompiendo la cuarta pared se presentan ante nosotros con total honestidad para confesar que están aterrorizados de volverlo a intentar, que no tienen de otra más que hacer entre ellos dos a todos los personajes de la obra, que le han cambiado el nombre al protagonista para protegerse, y se han deshecho de todos los objetos punzocortantes que utiliza el montaje sólo por si las dudas.

Mabel, obra de teatro

Mabel es una obra ultra consciente de sí misma, tanto así que la obra per se es el otro gran personaje en escena. Todo el tiempo tenemos presente que la Macbeth, corrección, Mabel, frente a nuestros ojos, es un intento hilarante, rudimentario y eventualmente desastroso de Santiago y Adriana (o Santiago y Angie) por presentar aunque sea una única vez ese texto que les ha costado sangre, sudor y lágrimas. De modo que las capas se funden en una sola comedia en la que estamos viendo a los actores interpretar una versión ficcionalizada de ellos mismos, que a su vez interpretan una serie de roles shakespeareanos completemante irreverentes en voces y rimas absurdas, que hacen de la farsa un ridículo deliciosamente divertido.

Mabel, obra de teatro

Y que por supuesto por más que lo intentan, la maldición resulta más poderosa que ellos, de modo que si están esperando un final feliz, no, teatreros, Mabel es tan trágica como la misma Macbeth, muy a su modo delirante, y para el acto dos, emocionantemente estruendosa.

La obra está llena de detalles preciosos y cómicos, trabajados por un lado desde el gag visual, y en el acting desde la capacidad de ambos actores de encontrar voz y corporalidad para cada uno de los múltiples personajes de la Obra Maldita, cada uno más gracioso que el anterior, para los cuales Adriana y Santiago se lucen en creatividad de creación y un timing tan preciso. Adaptada además para hablarse en verso, cuya lírica se ve empapada de frases inesperadas que interrumpen por completo la solemnidad de un Shakespeare clásico y transforman los diálogos en disparatadas rimas que de una manera demencial hacen completo sentido con la Macbeth que todos conocemos.

Mabel, obra de teatro

Ver salir a Santiago y a Adriana usando cascos protectores, goggles, máscaras de soldar, chalecos de hockey, todo el equipo necesario para enfrenterse a cualquier incidente que la maldición les quiera aventar encima es genial desde el segundo uno, y conforme avanza la obra el tipo de cosas que se ven obligados a librar y la manera tan ingeniosa con la que encuentran escapes antipercances en su búsqueda frenética por acabar una obra que está tratando de acabar con ellos es un detonante de franca carcajada para cualquiera que esté de este lado del público, a salvo del embrujo repleto de la mala fortuna presagiada desde tiempos isabelinos.

Mabel, obra de teatro

Mabel no es la primera ni la única obra en acabar en un caos que desafía toda cordura, pero a diferencia de otros montajes de mucha mayor producción, lo asombroso de esta puesta es que logra tirar el mundo a pedazos usando elementos sencillos y básicos que caben en Foro la Gruta, donde además la escenografía son básicamente cortinas de plástico ilusorias de una carnicería, y props caseros como plátanos, atomizadores, ventiladores, paraguas y muñecos de tela. Mabel no es una producción de locura, pero Alonso Íñiguez (director) utiliza la locura a su favor para colocarla en lugares estratégicos y hacerla estallar en grande.

Mabel, obra de teatro

Al final uno es espectador de la Macbeth de Shakespeare, la Mabel de Dionisi y la balleza azul de Santiago y Adriana. Y como en ningún otro lado esa gran superstición que permea al teatro por todo el mundo, en esta obra cobra vida para volverse algo más que una leyenda urbana tan única del gremio, pero un franco monstruo-come-hombres al que finalmente nos enfrentamos cara a cara para decirle… te respeto, pásenme la sal.

Mabel se presenta viernes, sábados y domingos en el Foro la Gruta del Helénico.